123.000.000.000.000 $

Esa es la cantidad de dólares, 123 billones, que según el Premio Nobel de Economía de 1993, Robert Fogel, calcula que generará la economía china en el horizonte de 2040. Esos 86 billones de euros suponen tres veces China - UE!! el volumen de la economía TOTAL del planeta en el año 2.000.

Si China duplicó su renta per cápita en menos de una década entre 1996 y 2005, las proyecciones para ese año son increíbles: según los cálculos de Fogel, China alcanzará en ese año una renta per cápita de 85.000 US $, más del doble de la prevista para el conjunto de la Unión Europea, y muy por encima de las previsiones para India y Japón.

Es decir, al comienzo de esa década, China pasará de ser un país pobre a un país “súper rico” y lo que es más, su PIB será el 40% del total del que se generará en todo el mundo, frente al 14% de EE.UU. y el 5% de la UE (sí, lo que lee, tan sólo el 5%).

Bien, estamos hablando de proyecciones económicas, y los economistas han demostrado al final de esta década que lo suyo no son precisamente las proyecciones a largo plazo. Nadie supo ver o advirtió, de la Gran Recesión que el planeta está viviendo en estos momentos, fruto de los mercados financieros altamente volátiles y especulativos. Cuestión que me traslada la idea de que los economistas son excelentes historiadores, pero pésimos gurús del futuro.

Pero aún así, lo que me traslada la tesis del profesor Fogel es una honda inquietud. En China, una nación con una larga tradición de planificación política de la economía, con ese sistema coercitivo de un capitalismo agresivo, ejercido bajo la égida de un partido único de ideología marxista (sobre la base fundacional al menos), están tremendamente preparados para planificar con saltos intergeneracionales (Herencia de los Saltos Adelante de Mao Zedong). Es lo que tiene gobernar cuando no te sometes a la voluntad del pueblo; eso, y la tradición confuccionista de imitar al maestro, es decir copiar para aprender, y eso conlleva un gran ahorro de esfuerzos en I+D+i. ¿Para qué hacer ese esfuerzo?, cuando puedes copiarlo y replicarlo, o mejor obtener licencias baratas de transferencia tecnológica, dado el pastel tan grande que supone el potencial mercado chino (Pregunte sobre esto, tanto al Consorcio Airbus, como a Boeing).

Dicho esto, la cuestión es la siguiente: ¿Estamos los europeos preparados para dar una réplica a las potencias emergentes, especialmente China? De momento, me temo, que he de ser pesimista, la respuesta es no.

No, porque ya hemos fracasado en la Estrategia de Lisboa, para esta década que se termina. No, porque de momento no existe una respuesta unánime de las instituciones europeas y especialmente de los gobiernos de los estados miembros para encajar una agenda clara y concisa que de resultados concretos al albur de la Estrategia 2020. Y es que estamos perdiendo competitividad a pasos agigantados.

Aún así, debemos, necesitamos ser optimistas. La UE tiene una oportunidad histórica con el nuevo Tratado y los nuevos instrumentos institucionales con los que se ha dotado para esta ocasión, reforzando el papel del Europarlamento y con el nombramiento de un Presidente de la UE y una Responsable de la Política Exterior que estará apoyada por un servicio diplomático creado exprofeso; e histórica también, es la oportunidad que tienen los Estados de trabajar en conjunto desde cada una de sus responsabilidades nacionales para hacer frente a esta crisis, hacer los cambios estructurales necesarios en cada uno de los estados miembros, que permitan la supervivencia de un modelo de estado de bienestar y social, basado en la Innovación y la Sostenibilidad. Este es el modelo y no otro, es el modelo a la “europea” frente al modelo a la “china”, que siempre será a costa de la gran mayoría de la población.

En la actualidad China tiene 1.200 milllones de habitantes, si China llegara a tener un 25% de clase media a la Europea, sería mayor que la población de EE.UU. pero sin duda sería a costa del otro 75%, y ese modelo no encaja dentro de los parámetros sociales y políticos de occidente.

Para ello propongo dos cosas: por un lado es necesario establecer un Pacto Europeo por la competitividad y el mantenimiento de nuestros modelos sociales dentro de una perspectiva paneuropea en la Estrategia 2020 y por otro la necesidad de establecer Pactos Nacionales que sustenten tanto la perspectiva paneuropea, como la perspectiva nacional, que ayude a salir de la crisis y planificar la política económica a largo plazo.

La cuestión es, ¿están nuestros estados dispuestos a dejarse llevar por los objetivos a largo plazo en lugar de estar pendientes de las disputas políticas, por un puñado de votos? Aquí, definitivamente, soy tremendamente pesimista y es realmente lo que me estremece.

Mientras tanto China despierta, tal como advirtió en 1975, Alain Peyrefitte

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