Asimetría Europea

Son malos tiempos para el Proyecto Europeo, para proyectos a Largo Plazo, e incluso para reinventar la Democracia. ¿Por qué? Porque como nos recuerda Zygmut Bauman, vivimos en tiempos líquidos que han ueasimetricaestablecido miedos líquidos, miedos sin fronteras definidas, miedos aupados por la Sociedad del Riesgo (en palabras de Ulrich Beck) en la que desarrollamos nuestra existencia, con una nula o escasa tolerancia a la gestión de la incertidumbre; con una peligrosa tendencia a la procrastinación de todo asunto que se nos antoje complejo. Y el primer lugar donde ha ocurrido eso es en la Política, ya que nuestros (i)rresponsables políticos se comportan como críos en un patrio de colegio, incapaces de observar las más mínimas pautas de conductas a largo plazo.

En una situación como la que vivimos, en la que corremos el riesgo de que el modelo político y social que representa Europa, se disuelva en la Historia como un vulgar terrón de azúcar, dadas las presiones económicas internas, pero especialmente externas, y el salvaje e injustificado recorte de toda una panoplia de derechos que fueron la razón del devenir histórico de nuestro continente desde el fin de la II Guerra Mundial; vemos la incapacidad de nuestros gobernantes de dar con soluciones épicas y paneuropeas a los problemas que hemos heredado de una globalización realizada por los mercados sin ningún tipo de control o gobernanza mundial efectiva, que hubiera impedido la actual situación: es decir, Más Europa.

No, al contrario, en el momento que más hace falta una visión paneuropea y europeísta, por qué no decirlo, de la actual situación para encontrar recetas conjuntas y que puedan hacer frente a estructuras invisibles no reguladas, que son el origen del problema. Cuando hace falta una visión más integradora, transnacional y holística de los problemas, comenzamos a marear la perdiz, inventando enemigos y problemas que distraigan la atención de la ciudadanía, buscando enemigos a los que dibujar como cabezas de turco apropiadas: tensiones regionales y nacionalistas en algunos Estados (Escocia, Catalunya, Amberes, Flandes, Euskadi, etc.), sofocos populistas como en Hungría que veremos crecer por doquier (que recuerdan peligrosamente los precondicionantes sociales de la República de Weimar), la utilización del calendario electoral para postergar soluciones europeas, a grandes retos europeos (la pacata y ultranacionalista visión de Merkel del escenario Europeo), y podríamos seguir…

Todo ello dibuja un escenario muy complejo y de difícil salida, máxime cuando se están viciando y violentando los principios recogidos en el Tratado de Lisboa de la UE, por mor de un Estado omnímodo que se ha olvidado de que el proyecto europeo ha de funcionar de otra forma y no por imposición.

Estamos en un momento en el que hay que escoger un camino, o mejor, varios caminos. Creo sinceramente que ha llegado el momento de dejar la vía del consenso para construir Europa. Se nos acaba el tiempo y hace falta Discurso, una meta a largo plazo y una vía que sea valiente a la hora de escoger un futuro para las futuras generaciones de europeos y europeas.

Ha llegado el momento de elegir entre la actual estructura europea, volcada en elementos de construcción económica que no llegan a fraguar, a pesar de existir un modelo: la Unión Económica y Monetaria. Todo lo que nos quieren vender de unión fiscal y bancaria ya está recogido en nuestros textos legales, otra cosa ha sido la escasa visión política de haberlo llevado a cabo en un momento de crecimiento y no ahora, en tanto que la ciudadanía percibe que es fruto de una necesidad sobrevenida, cuando no lo es. Otra vez volvemos al problema de raíz: la escasa pedagogía sobre qué es Europa de nuestros dirigentes nacionales.

Y en este momento lo que hay que elegir es el camino del futuro: la creación de los Estados Federales de Europa, para una total integración, no solo económica, sino más política y social. El siglo XXI verá la emergencia (lo estamos viviendo) de un siglo de dominio de los países de toda la cuenca del Pacífico, y el Eurocentrismo será algo que se estudiará en los libros de Historia. Europa va a dejar de ser relevante, salvo que tomemos otro camino, otra ruta que nos salve de lo que parece un colapso inminente.

Somos sociedades que hemos sobrevivido a siglos de guerras y de luchas y de períodos de paz, a estas alturas hay más cosas que nos unen, de las que nos separan; aunque la tentación a lo segundo aflore ahora más que nunca. Solo hay una solución: la Unión Política, protegiendo todo el vasto acervo cultural de los pueblos europeos, teniendo como eje central nuestros sistemas garantistas y de protección de nuestros Derechos, volviendo a ser un motor inspirador de la defensa de los derechos civiles y sociales que nos ha distinguido en el último medio siglo.

Tenemos los instrumentos políticos, hay incluso un plan diseñado para ello, lo puso en la agenda política la Comisaria Vivienne Reding hace pocos meses; y es más, nadie tiene que verse impelido a abandonar el proyecto europeo, porque puedes quedarte como estamos o apostar por un futuro con un núcleo de países fundadores que apuesten por un proyecto federal e integrador a todos los niveles.

Solo tengo una cosa clara: solos, divididos y sin un proyecto a largo plazo común, estamos condenados a la inanidad. ¿Es eso lo que queremos realmente?

Un comentario en «Asimetría Europea»

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