Refundación = Eduardo Madina

Con este pie podría hablar de la necesaria refundación del ideal europeísta, más necesaria que nunca, dados los resultados de este nefasto 25 de mayo de 2014, que ha llenado los escaños del Europarlamento con decenas de eurófobos, fascistas y populistas de madina eu flagtodo pelaje, que sueñan con aniquilar el proyecto federal de Europa desde dentro.

Desde luego se han cometido errores, pero tirar por la borda el mejor período de la Historia del continente porque en la última década hemos sido víctimas del mayor robo pergeñado por el sistema financiero, es intentar buscar una cabeza de turco fácil. Seguimos con el mismo problema de fondo: un sistema demasiado intergubernamentalista y la ausencia de una opinión pública europea. Por no hablar, que no he oído ni una sola palabra sobre cómo cambiar el actual modelo de Europa desde los partidos en liza.

Pero esta entrada de hoy, la quiero dedicar a la necesaria refundación del PSOE, la necesaria refundación del aparato ideológico de la socialdemocracia del siglo XXI, ausente en el debate ciudadano y ausente en las acciones de gobierno, de estos últimos nefastos años.

La izquierda europea, y en concreto la socialdemocracia gobernante han tenido que lidiar con escenarios complejos y en continua zozobra económica, dada la situación devenida. Ello además, acompañado de una absoluta renuncia a los principios que nos identifican en aras a una mayor eficiencia y eficacia, ¿de qué?

Hemos sido víctimas de una estafa: ideológica, ciudadana y sociológica. Desde hace décadas, los think tanks neoliberales con los Chicago Boy´s (y girls) a la cabeza diseñaron un mantra, una serie de axiomas fáciles de recordar y fáciles de reproducir en toda la escala planetaria. Conscientes de que la oportunidad llegaría (la economía es tozuda en una cosa: los vaivenes de los mercados y del sistema), ya fuera por una guerra a la antigua usanza o por una guerra a la nueva usanza: la tiranía de los mercados en ausencia de normas regulatorias globales; con la OMC encajando el nuevo tablero y con un FMI como garante del juego neoliberal.

Se trata de apostillar en cada estado y en cada fase, la doctrina del Shock, que tan bien expuso Naomi Klein. Llegado el momento solo habría un mantra: sacrificio para salvar algo de lo insalvable, y lo peor, nos lo hemos creído todos.

Pero no, no se puede construir un mundo bajo el pensamiento único, no se puede ejercer torticeramente el control de los estados, desde el control de las bolsas, las deudas soberanas y los fondos de inversión que han transformado la economía capitalista de ser un modelo productivo a ser un modelo financiero: ya no se venden productos y servicios, se vende dinero, sin más.

Si además del mantra ideológico, se une el dominio del lenguaje a la hora de comunicar, conseguimos la tormenta perfecta para neutralizar las voces disonantes, léase: la izquierda, toda, en su conjunto. Cualquier intento de voz disidente será considerado anatema, y por ende, extremista.

Para no parecerlo, el último gobierno socialista de este país se traicionó a sí mismo, a su militancia y a sus votantes, en un canto de cisne de infausto recuerdo: la reforma del artículo 135 de la Constitución. Un error, digno de un “pecado original”.

Pero es que para esas fechas, no nos quedaba ni rédito, ni capacidad de maniobra. No teníamos un mantra, habíamos perdido la batalla del lenguaje y para colmo toda la sociedad estábamos narcotizada, “porque habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades”, el mejor eslogan posible desde el ultraliberalismo para hacer sentir culpable a la clase media en general y a la obrera en particular. Nos merecemos que nos desmantelen el sistema de Bienestar, hemos sido malos y debemos ser castigados.

¡NO!

Nuestro sistema de bienestar, y no solo el español, es fruto de un esfuerzo colectivo de varias generaciones, del denuedo para superar viejos tópicos y viejas heridas para construir un futuro común. Un modelo de éxito, listo para exportar, que los líderes de la plutocracia internacional al margen de los resortes democráticos, no podían permitirlo.

Esa es la base de la recuperación del discurso, del combate lingüístico, que defino en tres ejes:

a) Recuperar el modelo del Estado de Bienestar y no caer en trampas fáciles, ¿quién lo paga?, pues entre todos, como hasta ahora.

b) apostar por un nuevo modelo productivo basado en la sociedad del conocimiento y en la I+D. Apostar por la inversión pública en ciencia e investigación y en los emprendedores, para la transferencia real a la sociedad, y

c) apostar por un nuevo sistema educativo, pactado socialmente, que se aleje de los actuales clichés memorísticos, y basado en un modelo crítico de confrontación de ideas e hipótesis, fruto de un diálogo articulado y en consonancia con una sociedad hipercomunicada.

Estos son tan solo tres ejes vertebradores, para diferenciarnos en lo ideológico en su vertiente pragmática. Lo siguiente es lo más difícil: se trata de ganar la batalla del lenguaje.

Como aseguraba George Lakoff, es en el terreno del lenguaje donde se ganan las batallas políticas. Las ideas pueden ser buenas, pero si no gozan de un soporte comunicativo entendible y asumible por la sociedad, estas están condenadas al fracaso de antemano. Y aquí hemos de destruir el mantra neoliberal de la culpabilidad social. Los resultados electorales son un aviso de ello, y la reacción social, siempre se produce en los extremos, porque en el conjunto central de la sociedad los cambios son más lentos, van por vías más formales.

Ergo, utilicemos la formalidad del lenguaje para quebrar el necrosante mantra actual. Cambiemos de paradigma comunicacional.

Para terminar, el quid de la cuestión. Rubalcaba, ha dimitido hoy, 26 de mayo. Acepta que es un fracaso y convoca Congreso Federal Extraordinario para los días 19 y 20 de julio de 2014. En apariencia, bien. La cuestión es: ¿entenderá la nueva dirección que está para cambiar la organización?, aunque le cueste “morir” políticamente en el intento. La cuestión no está en la nueva dirección, sino en oxigenar la organización con gente de fuera, con simpatizantes y ciudadanos comprometidos con un cambio de rumbo.

Para ello, unas primarias abiertas son tan solo un primer paso, no la solución. La solución es cambiar la estructura del sistema. Acabar con prebendas y gestos, que son ya del pasado. Incorporando la filosofía del gobierno abierto, de la transparencia y de la democracia deliberativa, que no representativa desde el primer día, como defiende denodadamente Jurgen Habermas.

Ha llegado el momento de un NUEVO partido, con un nuevo liderazgo (transversal, que no vertical), con nuevas formas y nuevos relatos. Y nos equivocaremos, sin duda, pero para equivocarse hay que experimentar; y eso sería un primer gran paso.

Y en ese nuevo momento veo una persona, Eduardo Madina. Creo que es su momento, que es nuestro momento.

Un comentario en «Refundación = Eduardo Madina»

  1. Mientras que personas como mi amigo Paco Luis, hablen en voz alta, sigan poniendo pasión en la generación de ideas…el pensamiento único no tendrá sentido, y me alegro. Gracias Paco.
    Estando de acuerdo con la mayoría de los contenidos de este post, permíteme que con toda humildad discrepe del apartado A (mantener el estado del bienestar financiándolo como antes).

    Creo que el estado de bienestar se debe basar en la justicia, la dignidad y la igualdad de oportunidades. Los ciudadanos deben tener un trabajo digno que les permita tener sus necesidades (materiales e inmateriales) cubiertas sin tener que depender de nadie.

    Ante la reducción drástica de los ingresos de los estados en estos años de crisis, cercanas al 40%, llegaron unos listos propiendo la reducción drástica de los gastos del estado. Argumentaron, erróneamente o malintencionadamente, que la economía de un país es como la economía de una familia: si tenemos menos ingresos rebajemos los gastos para equilibrar el presupuesto. Pero ¿qué familia no contrae algún préstamo en su vida, quien paga todo al contado, coche, piso, electrodomésticos, o incluso carreras universitarias? Ni la familia más rica lo hace. Una familia invierte en sus hijos para que escalen en la sociedad, al igual que un Estado invierte (invertir es gastar ahora y pagar después con lo generado) para poder crecer. El estado además es un sistema que no se parece a la familia ya que los gastos e ingresos están directamente relacionados. Una reducción de gastos conlleva también una reducción de los ingresos. No hago una carretera, no gasto, no ingreso por los impuestos que pagan las empresas que construyen carretera, las empresas que se instalan a pie de carretera, los transportes que circulan por ella…etc.
    ¿Por qué hemos querido igualar la ecuación Equilibrio=0=Ingreos -Gastos, sólo actuando en un lado de la ecuación? ¿Por qué no actuamos reduciendo algunos gastos y subiendo otros Ingresos?

    Para mantener el Estado del bienestar no creo que el secreto esté en mantener los gastos, sino en mantener la actividad económica sufíciente para que el Estado pueda hacerse cargo de los gastos necesarios. Mientras más trabajos haya que permitan a los ciudadanos depender sólo de su trabajo habrá una sociedad más justa y digna, y ello depende de que la economía crezca de manera sostenible. Política de crecimiento no sostenido sino sostenible.

    La falta de ideas, de novedosas fórmulas de gestión de los servicios públicos, de apuestas por sectores que nos posicionen como un país sostenible…la falta de ejercicio de la política pública (en detrimento de las políticas de partido) hacen que la solución cortoplacista sea perseguir la estabilidad presupuestaria actuando sobre un solo elemento de la ecuación: los Gastos, dándonos igual la desigualdad que se genere.

    Olvidemos el discurso de la derecha recientemente adquirido por la izquierda de “Recuperar Derechos”, recuperar privilegios del mundo desarrollado respecto al mundo emergente. Nada me suena más a “derecha” que el verbo recuperar. La izquierda siempre ha soñado con conquistar nuevas cotas de felicidad para la sociedad, para toda la sociedad y no para unos pocos y sobre todo con equilibrio y justicia. La sociedad anterior al 2008 no va a volver, se basó en un modelo de crecimiento por el que se hacían apuestas sobre el día que quebraría. Ha quebrado el modelo de crecimiento, no ha quebrado el Estado del Bienestar.

    La socialdemocracia debería perseguir un debate ideológico que tenga como fin conseguir una nueva sociedad en la que los cuidadanos tengan la calidad de vida que se merecen gracias a que puedan ejercer un trabajo digno que les permita no depender de nadie. El Estado debe garantizar la libertad e igualdad de derechos en el acceso a los servicios del estado, educación y cultura, sanidad, infraestructuras, etc, y para ello debe fomentar (crear) un nuevo sistema económico en el que el País Cree Valor para poder financiarse.
    Para distribuir mejor la tarta, lo mejor es que la tarta siga creciendo dignamente.

    Un saludo Amigo Paco Luis

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