Eurodependencia

A la espera

Esa parece la tónica general que se ha instalado en las cancillerías de los estados miembro de la Unión Europea. Mientras que ayer se vivió un debate en el Estado de la Unión, con cantos al europeísmo en la sede del broken-europeEuroparlamento, tanto de un inesperado, por enérgico y contundente, Barroso, como por los discursos de réplica de los Grupos Popular Europeo (PPE), el Socialdemócrata (S&D) el Grupo Liberal y el de la Izquierda Europea.

La cuestión no es baladí. En la Comisión y en el Europarlamento se percibe la necesidad imperiosa de que algo tiene que cambiar, de la necesidad de tomar las riendas, de actuar. Pero las ganas se topan con la realidad del Consejo Europeo, atado de pies y manos por la actitud del cáncer que corroe el interior de las instituciones europeas: la Canciller Merkel, apoyada en la caterva reaccionaria y antieuropeísta que le sirve de parapeto, con los apoyos externos del ultradrechista Geert Wilders en Holanda (que campa a sus anchas, gracias al inane comportamiento del gris Mark Rutte, el Presidente holandés) o el apoyo de los extremistas finlandeses y como no, de los polacos, que jamás contradecirán a su poderoso vecino del Oeste europeo.

A esto hay que añadir la ausencia de liderazgo en Europa, y en sus niveles nacionales, con una serie de cancilleres en Francia, Italia, Reino Unido y España, que no ejercen liderazgo en las instituciones europeas, y por supuesto menos aún en foros internacionales como el G-20, donde el liderazgo europeo languidece y ha pasado a los BRICs.

Ante esta situación, está el verdadero problema, el problema de fondo. En los años en los que el Euro se puso en marcha, merced a la Unión Económica y Monetaria, se puso todo el fervor en el nacimiento de un sistema monetario común, pero no uno fiscal y económico que armonizara el monetario y las diferentes políticas fiscales de los estados (uno de los grandes problemas), por no hablar del incumplimiento de los Criterios de Convergencia de TODOS los países que entraron en el Euro. En momentos de crecimiento, ningún líder puso el acento en ello, y de aquellos polvos estos lodos.

Esta eurodependencia del proyecto político que supone la Unión, va mucho más allá de lo que supone la Unión Monetaria. Sin duda, sin un Euro, en la eurozona, en estos momentos estoy convencido que estaríamos sumidos en un caos social en varios países del centro y este europeos, especialmente en la zona de los Balcanes. Por cierto, a qué lugar geográfico pertenece Grecia

Sin duda, en estos momentos la presión económico-financiera ha podido más que las tensiones políticas de determinados países que de otra forma, hubieran degenerado en un estallido de violencia. Como ejemplo voy a poner en relación a esta tesis lo que ocurrió el año pasado en Hungría. Su gobierno (muy ultranacionalista) decidió dar el pasaporte húngaro a más de tres millones y medio de ciudadanos que vivían en países limítrofes como Rumanía, Bulgaria, República Checa, Austria o Moldavia. Ni que decir que estos ciudadanos ya tenían alguna de estas nacionalidades. Pero el gobierno húngaro, amparándose en el ius sangui, decidió dar este paso, que otrora se hubiera entendido (de hecho se entendió así en la mayoría de los países) como una afrenta a sus derechos territoriales. Y ya sabemos lo que esto significó en otras épocas: Guerra.

Pero claro, la pertenencia de todos al club europeo difuminó la ira y el estupor de sus vecinos, por una medida tan ofensiva y agresiva de Hungría. Otro ejemplo más de por qué necesitamos Más Europa. No solo nos unen necesidades económicas, las interdependencias sociales, culturales y políticas son mayores de lo que parecen.

No obstante, tenemos la dura realidad por delante, y de momento se llama Grecia. Una Grecia a la que se le están exigiendo obligaciones que sus futuras generaciones tardarán décadas en pagar, y que harán de este país un estado con graves carencias sociales en el futuro, mientras que sus socios no hacen nada para impedirlo. Si Grecia se hunde y sale del Euro, su PIB se desplomaría entre un 40 o 50%, incluyendo la bancarrota del estado y sus bancos, lo cual haría que su deuda se duplicara de inmediato y que serían necesarios 3,5 billores (con “b”) de Euros para recapitalizar el país. Además, de entrada, cada ciudadano griego perdería de una tacada 10.000 euros en moneda constante de un solo golpe, y eso al principio. Por lo tanto, no podemos, ni debemos dejar que suceda esto, porque de lo contrario la cadena sería larga, a la que le seguirían Portugal, Irlanda y con toda probabilidad España e Italia, siendo Francia la gran incógnita.

La receta:

La Unión Europea debe olvidarse de preocuparse en exclusiva de los mercados, de la deuda soberana y de la ortodoxia de la disciplina presupuestaria, y debe por tanto, preocuparse de lo verdaderamente importante en la Unión: su ciudadanía. En Europa tenemos una Estrategia de crecimiento se llama Europa 2020. Tenemos claro que estamos lejos de ser una potencia (en la actual situación) global, si no invertimos la situación. ¿Cómo? Pues actuando con determinación y coraje, dando a lugar a medidas a largo plazo, con una gobernanza europea real, y no la gobernanza que imponen los especuladores de las agencias de calificación, los fondos de inversión y entidades extremadamente inmorales e ineficaces del tipo Goldman Sachs. Sólo así, con coraje y determinación y con medidas europeas (no nacionales) saldremos adelante, y por supuesto sin cargar las tintas en las clases medias. No puede ser que tras 4 años de crisis no hayamos visto ni un solo procesamiento ni sentencia condenatoria contra los (i)responsables financieros de varias entidades bancarias y económicas en nuestro continente (por no hablar en EE.UU.) Esto es intolerable y por supuesto provoca un gran desapego a la ciudadanía por la política y sus dirigentes.

No podemos olvidar que si el Euro cae, caerá la Unión política, ya que esta se está sosteniendo en un solo pilar: la política monetaria. Y esto es debido en gran parte por la ausencia de lo que hubiera sido la gran defensa ante esta crisis, la Constitución Europea. Lo preocupante es que el abismo está ante nosotros y no tengo la sensación de que haya una alarma roja y estridente en ninguna de las instituciones europeas. Esto es realmente preocupante.

De hecho es preocupante de que hay personajes en Europa como Hans-Olaf Henkel, exPresidente de la Patronal alemana que ha propuesto una huida adelante del Euro, con Alemania, Finlandia, Austria y Holanda, expulsando al resto de los países de la eurozona. La cuestión no es baladí en tanto su influencia en la CDU el partido de Merkel.

Pero lo que más me preocupa, es que ningún canciller europeo entiende lo principal: a pesar de la clara naturaleza económico-financiera del Euro, este nació como un proyecto político, no como uno económico para reforzar los lazos políticos de los estados, algo como una cláusula de unidad de la UE. Y esto me lleva a lo más irritante de todo, desde todos los puntos del globo nos lo dicen: actúen juntos, únanse más, propongan soluciones colectivas. Y todo ello tiene nombre: eurobonos, Ministerio (que no Comisario) del Tesoro Europeo, medidas de incentivación del empleo joven (se ha hablado de un JobErasmus), etc. Pero claro, volvemos a lo mismo: los estúpidos y lastrosos intereses nacionales.

Me temo que nos queda tan sólo una oportunidad, para que Europa (y sus estados) tengan una oportunidad en el futuro. Un futuro en el siglo XXI, en el que, por el momento, el nombre de Europa y sus otrora estados importantes están condenados al ostracismo.

¿Tendremos, ya, el coraje para actuar como una Unión?

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