1 de noviembre de 2019: la tormenta europea perfecta

Hace tiempo que no escribía sobre política europea, y escojo un tema que me preocupa, y mucho. Y debería preocuparte a ti también. Tiene un horizonte bien definido, el 1 de noviembre de 2019, el Día de todos los Santos. Parece un jocoso azar del destino, pero para nada, es una amenaza en toda regla que se cierne sobre toda la Unión Europea, y en el caso de España, la situación es harto preocupante. Al final, los santos somos la población que hemos de “confiar” en los actuales “líderes” europeos.

La política actual está trufada con señales y amenazas que nublan nuestro horizonte futuro, pero nadie parece entenderlo en las cancillerías europeas, con una personal sensación de que en Bruselas han tirado la toalla al respecto. Al fin y al cabo, el actual colegio de Comisarios con Juncker a la cabeza sabe que su tiempo ha llegado a su fin: el 31 de octubre.

Pero, ¿por qué es tan importante esta fecha?, y sobre todo las connotaciones y resonancias que genera.

El 1 de noviembre se ha de poner en marcha la nueva Comisión Europea con la, en teoría, nueva Presidenta de la Comisión, la germana Ursula von der Leyen, con una nueva dirección en Bruselas, en la que la mayoría de los recién llegados tendrán poco conocimiento del funcionamiento del día a día de la Comisión (como siempre ha ocurrido), pero esta vez es diferente en relación con las anteriores. Lo mejor es explicarlo detalladamente.

La gran amenaza: el Brexit.

El 31 de octubre es la fecha de salida del Reino Unido (futuro Reino Desunido, si prosigue con la quimera actual. Pregunten en Escocia o Irlanda del Norte ante la amenaza de una frontera “dura”), sea con pacto o no. El actual inquilino del 10 de Downing Street, el “trumper” Boris Johnson, no solo es partidario de salir de forma no pactada ese día y a las bravas, sino de comenzar un enfrentamiento con Bruselas. Para más inri, ha confrontado al parlamentarismo británico con una perspectiva inédita, digna de las prácticas más amorales del filibusterismo parlamentario de los Estados Unidos. En una jugada digna del mismo Steve Bannon, el rey de la Alternative Right y la posfactualidad (¿será él el instigador?), el actual Primer Ministro ha suspendido las sesiones del Parlamento Británico hasta el 14 de octubre, en un claro intento de dejar a la oposición laborista y del partido liberal sin voz ni herramientas políticas para intentar una solución. Podemos hablar claramente, de un “golpe parlamentario”, algo que sin duda no dejará impávido a nadie. La labor del constitucional británico al respecto, será trascendental. No obstante, lo que Johnson deja claro es que el Brexit duro llegará sin acuerdo para el 31 de octubre. Aunque la política actual deja margen para acciones y relatos desconcertantes.

Con esta acción lo que el Reino Unido tiene por delante es el hundimiento de la Libra Esterlina, la desconfianza de sus 27 socios anteriores, dejar de ser un aliado de fiar, la ilusa promesa de un tratado económico de “primera clase” con los EEUU de Trump (con una balanza comercial deficitaria para los intereses británicos) y deja en el limbo jurídico a millones de residentes de la UE en UK y a la inversa también. Por no hablar de otros problemas económicos y sociales de toda índole que tendrán implicaciones en varios países de nuestro entorno, incluyendo a España. Los británicos no solo se han disparado en el pie, nos lo han disparado a todos. Nuestras economías y sociedades están mucho más vinculadas de lo que un carpetovetónico Johnson y sus adláteres creen. Viven con el recuerdo del antiguo Imperio Británico en un mundo actual cuya única imagen reflejo de aquel tiempo es la inoperante Commonwealth.

Y este es uno de los problemas del presente en un mundo globalizado para lo bueno y para lo malo. Creer que desandar caminos para recorrerlos como antaño, es una quimera infantil que va a dejar muchas “víctimas” en el camino. Pregunten en USA por el “make America great again” de Trump. El populismo es torticero, mentiroso y estulto. Apremia a los sentimientos primarios, rechaza el conocimiento y los datos, y le encanta buscar culpables externos. En el Reino Unido, los “trumpers” encarnados por el ultraderechista Nigel Farage del antiguo UKIP y que lidera ahora a sus huestes en Bruselas al frente del Partido del Brexit (por cierto, el partido más votado por los británicos en las últimas elecciones europeas) es el epítome de ello.

Alemania, el motor que comienza a dar signos de debilidad

Y este tema no es baladí. Con una Merkel en situación de retirada, tras haber eliminado de la ecuación parlamentaria al SPD gracias a los gobiernos de coalición con la CDU, y con el neofascismo reapareciendo con fuerza, especialmente en la parte oriental de Alemania, la peor noticia ha llegado estos días. El gigante germano entrará oficialmente en recesión este mes de septiembre con una caída del 0,2% de su PIB, y esa es la peor noticia que pueden tener los miembros del Eurogrupo, porque si Alemania entra en recesión, sus debilidades dejarán una profunda huella en nuestras carencias. Y en el caso español, aunque seguimos con señales de crecimiento, nuestro alto desempleo, sumado a la deuda pública que arrastramos (con un exigente compromiso de mantener el déficit a raya), por no hablar de la deuda privada, son una combinación que debe preocuparnos.

La actual situación económica

Con una guerra comercial a escala planetaria, básicamente arancelaria, que nos retrotrae a las rondas pre-GATT que alumbraría a la OMC, en la que todos tenemos mucho que perder, el mayor riesgo es tener a un ignorante y estulto ser humano en la principal oficina del 1600 de Pennsylvania Avenue, que cree que puede dirigir el mundo como su ¿imperio? inmobiliario (aprovecho para decir que su libro en cómo dirigir negocios es sencillamente desopilante). La guerra comercial con China, su aquiescencia con Putin, Bolsonaro o Erdogan son inquietantes. Por no decir que su primera visita oficial de estado fue a Arabia Saudí. ¿Entenderán algún día los estadounidenses que el 90% de los terroristas del 11-S eran saudíes?, en fin, eso da para mucho debate (pendiente). Por no hablar de su negacionismo ante la crisis climática mundial en la que nos hallamos.

En España ya damos muestras de debilidad. A las anteriores citadas, se añade que el IPC cae en dos décimas en agosto y que la industria se desacelera y que los trabajadores pierden poder adquisitivo. ¿Son esto claras alarmas o no?

Alimentando la tormenta perfecta

Mientras, seguimos sin gobierno, eso significa que no hay presupuestos, que no hay políticas pro-activas, ni hay una clara capacidad de liderazgo ante una situación internacional tan delicada como la actual. Es más, todavía no sabemos la composición de la futura Comisión, las cancillerías van anunciando con cuentagotas quienes serán sus comisarios en el futuro Colegio. Y esto es clave, porque la futura Comisión tiene dos grandes objetivos que lidiar nada más tomar posesión.

De un lado, tenemos la aprobación del nuevo marco financiero plurianual para el período 2021-27, la herramienta más poderosa de la UE. La que ejecuta las políticas que nos afectan a todos y a todas. Esto es crucial y debería estar aprobado para mediados de 2020 y tener preparada la futura ejecución de los nuevos programas europeos para ese período. EL MFP es el sistema nervioso de la Unión Europea, sin él no hay UE.

Y de otro, y esto es lo más urgente, es poner en marcha el plan de la UE para una Unión sin el Reino Unido. Y esto es trascendental para el futuro de Europa. Dependiendo de cómo se lidere, alentará más procesos secesionistas o devendrá en una Unión más fuerte. Cuando se demuestre la interdependencia que tenemos los europeos los unos de los otros, esa demostración de que unidos somos más fuertes y resilientes como sociedad que por separado, en un planeta que ha dejado de ser eurocéntrico para pasar a ser multipolar; el Brexit será la medida sobre lo que Europa quiera ser, y en la medida de cómo se resuelva ese liderazgo, se determinará nuestro futuro.

Pero, la actual situación no es para hacernos ser optimistas. La futura Comisión tomará el relevo el mismo día que se hará el Brexit. Esto es el 1 de noviembre, viernes, festivo en casi toda Europa, pero no para el mercado bursátil. Con una Libra a la baja, un Euro que no genera mucha confianza, la amenaza política europea que supone la salida del Reino Unido sin acuerdo y la guerra arancelaria entre EEUU y China, ese día puede ser recordado como el de la hecatombe de las bolsas. Va a haber muchos especuladores que van a apostar por los peores escenarios posibles, las bolsas sufrirán en un largo fin de semana, sin dirección política clara europea, con una Merkel a la baja, un Macron muy contestado internamente (aunque respetado internacionalmente) y una escasez de liderazgos europeos como nunca habíamos visto y una Presidenta de la Comisión recién estrenada en el cargo. Todos estos ingredientes conforman los elementos de una “ciclogénesis explosiva” en términos económicos y políticos para el primer fin de semana de noviembre. [Consejo: es el momento de comprar criptomonedas, el mercado del Bitcoin se disparará esos días, estoy seguro, como lugar de refugio. El dinero es muy asustadizo]

Y España, ¿tendremos o no gobierno? Llegar a ese día sin gobierno en nuestro país, no solo es temerario: es suicida. Llegar a esa fecha con una convocatoria electoral para el 10 de noviembre puede deparar cualquier resultado. Y cuando la población se asusta los resultados pueden ser escabrosos. Véase un simple repaso a la Historia del siglo XX en nuestro continente.

No podemos permitirnos llegar a la fecha sin un gobierno español que navegue por un más que proceloso proceso europeo, y al menos con un proyecto de presupuestos y medidas políticas encima de la mesa. Es nuestro futuro el que está en juego, y le toca al PSOE liderarlo, y tener la cabeza fría para lidiar con problemas que son ajenos a las cuitas estúpidas en las que estamos enfrascados en los últimos meses. En Política puedes escoger con quién llevarte bien, pero has de plegarte a con quien puedes gobernar gracias a la sencilla y compleja, por subjetiva, aritmética parlamentaria. Esto no puede ser un problema. El ejemplo más claro lo tenemos en Italia, tras el experimento contra natura de 5 Stelle y Salvini, los “grillinos” han entendido la situación e incluso Nicola Zingaretti (líder del Partido Democrático), y se ha llegado a un acuerdo de gobierno, porque son conscientes de lo que nos viene encima. Si ellos han llegado a un acuerdo, tras el abismo personal que han superado, en España lo único que hay que hacer es preguntar en Lisboa para superar el grado de desconfianza. Hay al menos que probar, para superar las desavenencias. Va implícito en el sueldo de quien administra la res publica por decisión ciudadana.

La Política sirve para superar los retos del Futuro. La pregunta es, ¿saben en La Moncloa lo que realmente nos jugamos?

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