Comienza la “era Juncker” en Bruselas, tras el tiempo perdido con el doble mandato de Barroso. Un mandato gris, tecnócrata y totalmente plano. Naufragó con la Estrategia de Lisboa, justo en pleno descalabro económico (hay que reconocerlo) e incapaz de dar el impulso económico y político a la Estrategia 2020.
Supongo que hay muchas formas de analizar un mandato, da para sesudos ensayos e incluso tesis doctorales, pero me quedo con la opinión de que de Barroso nadie se acordará en una década. El tránsito del siglo XX al XXI para el proyecto de construcción europea ha sido nefasto. Ha visto como se diluía, como perdía pulso político y no terminaba ni termina de aflorar en la ciudadanía.
Vimos como la oportunidad de dotarnos de una Constitución Europea fracasó, en parte por la falta de visión de Francia, sí Francia ese país que consideramos motor de Europa y que tantas veces ha enterrado el progreso del ideal europeo como la CED y la unión política de los ’50 (esto da para un post extenso, lo tengo en cuenta) cuyo legado es un Tratado, el de Lisboa, que descafeinó sus ideales más europeistas, pero nos dejó al Europarlamento más poderoso de la historia de la Unión.
Pero hay un elemento que hace caer este castillo de naipes: la Comisión de Barroso y su nefasto papel en todo este período, dejando todo el papel político al Consilium y en especial a su líder de facto: Frau Merkel, incontestable por su peso en Europa y en el Partido Popular Europeo, el grupo que ha controlado Consejo, Comisión y Europarlamento con disciplina germana (y no es un chiste) en la última década.
En ausencia de liderazgo en Bruselas, el Consejo ha pervertido el propio Tratado de Lisboa, con la creación de aberraciones como la Troika (no está reflejada jurídicamente en ningún texto legal) y el sacrosanto poder del Presidente del Banco Central Europeo, al modo de la Reserva Federal norteamericana. Craso error, ambos modelos de políticas monetarias no son homologables.
Pero lo peor, es esa sensación de la “nada”. La “nada” que se va y la “nada” que viene. Juncker es un democristiano europeísta, pero heredero de quienes nos han traído hasta aquí. Dudo que por ideología y pasaporte sea capaz de enfrentarse a Merkel y sus acólitos. Es verdad que se ha dotado de pesos pesados de ciertos países (pequeños, a excepción de Polonia) en sus políticas nacionales: hay 5 ex primeros ministros, 4 vicepresidentes de gobierno, 19 exministros y 7 exComisarios (algunos repiten). Aunque la nueva estructura de la Comisión esté diseñada para hacer frente al amplio abanico de retos que Europa tiene ante sí, no veo un peso político específico en ella, quizá lo que más guste a Merkel y Cameron, pero por motivos bien distintos.
La edad media de las Vicepresidencias de esta Comisión es de 49 años, se puede hablar de una Comisión joven, pero repleta de responsables políticos a nivel nacional que nos han llevado hasta la situación actual. De sus 28 miembros, tan solo 9 son mujeres :-(. En parte debido a la extracción excesivamente geográfica e ideológica y en parte por el poco peso político de las mujeres en los niveles ejecutivos, ¡en Europa y en pleno siglo XXI!
14 de ellos son del Partido Popular Europeo, 8 son socialdemócratas, 5 son del ALDE (la alianza liberal y demócrata) y 1 pertenece a la Alianza Conservadora y Reformista.
Habrá 7 vicepresidencias que tendrán áreas ejecutivas a su cargo, para, espero, cambiar de rumbo y hacer factibles parte de los objetivos de la Estrategia 2020. Son las siguientes:
La primera es la Alta Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, se trata de la italiana Federica Mogherini que sustituye a la incompetente Baronesa Ashton (una de las mayores meteduras de pata en la historia de la Unión).
La Primera Vicepresidencia (mano derecha de Juncker) recae en Frans Timmermans, a cargo de Mejor Regulación, Relaciones Interinstitucionales, el papel de la ley y la Carta de los Derechos Fundamentales.
La Vicepresidenta para Presupuesto y Recursos Humanos será la búlgara Kristalina Giorgieva.
Jyrki Katainen, finlandés, será el Vicepresidente encargado de Empleo, Crecimiento, Inversión y Competitividad.
Andrus Ansip, será el Vicepresidente encargado de liderar el equipo que velará por el desarrollo del Mercado Único Digital. Arduo trabajo el que le espera, tras los proyectos inacabados de la Comisaria Kroes.
La eslovena Alenka Bratušek, será la Vicepresidenta enargada de desarrollar el modelo y sistema para la Unión Energética y de cuya vicepresidencia dependerá el Comisario español; y
El letón Valdis Dombrovskis será el Vicepresidente para el Euro y el Diálogo Social.
Son personas con peso político en sus países, desconocidos en el escenario europeo, sin peso específico. Lo cual aporta ventajas e inconvenientes, pero me temo que serán escasamente operativos o influyentes ante Merkel o sus correligionarios nacionales. Son más las dudas que aporta esta Comisión (por mucha experiencia de gobierno que tenga a nivel nacional) que posibles ventajas.
Por no decir de algunos nombramientos, como el del polaco Donald Tusk para Presidente del Consejo. No me gusta la idea de que uno de los países menos europeístas de la UE ostente ese delicado puesto, por mucho que su perfil político diga lo contrario. Por contra, me parece idóneo que la visualización de la Europa del Este esté refrendada en los nuevos equilibrios de poder geográficos de la UE, por cuanto puede aportar para cimentar la posición de estos países en tesis más europeístas y menos nacionalistas (contrastando así con discursos como el de Orban en Hungría) y dibuja sin duda nuevos escenarios que serán vitales para el futuro de Europa, máxime con el órdago de Putin frente a la Unión.
El otro nombramiento, el que más nos afecta es el de Arias Cañete, al que no se le puede achacar falta de experiencia o desconocimiento de la Unión, pero sin embargo si es reprochable su nombramiento en la cartera de Medio Ambiente y Cambio Climático, muy alejado de su perfil político y sospechosamente próximo a sus intereses como empresario del petróleo, que claramente está en contra de lo que ha de apoyar: la apuesta por las energías renovables, la limitación de la huella de carbono, los compromisos internacionales por un medio ambiente más limpio y seguro… En fin, en las antípodas de lo que representa nuestro nuevo flamante Comisario.
A eso, hay que achacar la apabullante falta de poder que España tendrá en la nueva Comisión, con una cartera menor, sin apenas presupuesto, sin Vicepresidencia y como castigo por intentar dar el asalto a un puesto, la Presidencia del Eurogrupo que es difícil que le toque a España y al PPE y perder el foco en lo que tocaba: la Comisión. Gran suspenso en política europea para el Gobierno de Rajoy que nos deja 5 años al margen de los centros de poder del Berlaymont.
En definitiva, no me disgusta Juncker desde el plano psicoafectivo como europeísta que soy, pero sí por ser parte del grupo que ha apoyado las políticas que nos han traído hasta aquí, hacedor de muchas de las decisiones del equipo de Barroso, y aunque enemistado con Merkel (por hacer maniobrado contra él), dudo que tenga la suficiente capacidad de maniobra para enfrentarse a ella y retomar el pulso de lo que debe ser la Comisión.
Era época de visionarios como Delors y nos ha salido un Barroso II, espero equivocarme.