Lecciones griegas para + Ciudadanía Europea

Ayer, vimos como la UE, finalmente dio luz verde a las medidas de ayuda (plan de rescate, infortunado nombre, creo) para apuntalar los maltrechos presupuestos y las maltrechas finanzas griegas (por no hablar de surescate griego estructura de servicios públicos). Esto es el colofón a una serie de grandes errores (no el plan en sí) de cómo llegar a un destino que se antojaba de esta forma, pero que ninguna institución estaba dispuesta a asumir.

Y, ahora, la situación ya es irreversible. La situación griega no es si no la suma de una serie de condicionantes históricos que han llevado a esta situación, y que por mucho que cierta prensa anglosajona quiera igualar, no es comparable al resto de lo que esa “seria” y “sesuda” prensa quiere hacer con el resto de lo que ellos nombran, despectivamente, como PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España).

La situación griega deviene desde su temprana incorporación a la UE en 1981 (entonces CEE), más que nada por la presión norteamericana dentro de la OTAN de llevar las fronteras naturales de esta organización hasta el extremo oriental del Mediterráneo y de paso controlar el acceso de la flota soviética en el Bósforo y el Caspio.

Por lo tanto, tales exigencias no requirieron de una exhaustiva puesta a punto de sus estructuras económicas e institucionales, como se les exigió más tarde a España y Portugal cuando entramos en 1986. Y de ahí vienen parte de los problemas actuales. Eso y la demostrada tendencia de todos los gobiernos griegos de las últimas dos décadas de maquillar en exceso sus cuentas públicas (algo que es de sobra conocido en todos los mentideros de Bruselas). Pero esta, no es la cuestión que quiero traer a colación en este post.

La cuestión es que la situación griega se ha dejado agravar porque ninguna institución ha querido hacer frente a la situación real. Desde el 11 de febrero hasta el 25 de marzo, no ha habido reunión de alto nivel de la UE o bilateral con otros países en los que no se hiciera referencia a la crisis griega para intentar minimizarla e intentar buscar la confianza de los mercados. Y es aquí donde de nuevo tropiezan nuestros próceres. No se hace Europa convenciendo tan sólo a  los mercados, se hace Europa convenciendo también a la ciudadanía. Y esto vuelve a ser un déficit.

La población europea no percibe en el rescate una necesidad conjunta. Es más, son muchas las voces (que equivocadamente se quejan), que están en contra de lo que cada país aportará al rescate, con un préstamo al 5% de 30.000 millones de euros (en un plan con una vigencia de 18 meses). A la ciudadanía hay que explicarle lo que ello significa, contándolo sin cortapisas, sin demagogia y sin tratarla de forma pueril.

Estos momentos han de servir para hacer ciudadanía, para buscar una implicación solidaria de los 27 y para recordarle al resto del mundo, lo valioso de construir un espacio común basado en la solidaridad, el respeto y la construcción conjunta de un futuro. Y en esto volvemos a fallar.

Hemos visto como ha habido amenazas de recurrir al FMI, si los 27 no entraban a ayudar (me niego a utilizar la palabra rescate, tan querida por los medios euroescépticos) a Grecia; y esto no puede ser. La UE ha vuelto a dar impresión de deriva. De deriva, porque no cree en uno de sus socios, y esto el grueso de la población lo percibe, dado que desde la Comisión y la Presidencia Permanente no se han dado pasos al respecto.

La lección: Europa ha de sacar una consecuencia clara de esta situación. Las situaciones irremediables, exigen una respuesta contundente a la par de integradora que permita dar confianza a la población y no lanzar el “fantasma” de la interinidad de las decisiones, que son el leit motiv de la actual Comisión de Barroso. Urge que la UE sea capaz de afrontar, con un mecanismo sólido de decisión intergubernamental (el Tratado de Lisboa, tiene estos dispositivos) y otro de o-Gov, que de sensación de seguridad y transparencia a la ciudadanía.

El futuro de las instituciones de la UE pasa por hacerlas “visibles” y “transparentes” a la población, de lo contrario estaremos ante una quimera, que como el caso griego es tan sólo, me temo, el Primer Acto.

2 comentarios en «Lecciones griegas para + Ciudadanía Europea»

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