En este comienzo de década y en la situación pandémica a la que nuestras sociedades han de hacer frente, una cuestión ha emergido: la necesaria digitalización. En la UE significa hacer frente a un problema que llevamos arrastrando décadas, el minifundismo digital. Ha llegado la hora de convertir esta amenaza en una oportunidad mediante la disrupción digital.
La fracasada Estrategia 2020 de la Unión Europea, reconvertida en Estrategia Digital Europea, porque a mediados de la década pasada los indicadores intuían su fracaso, fue el comienzo de lo que debería ser ya el Mercado Único Digital de la UE. Pero estamos lejos de que sea así. Hacer converger 27 estrategias estatales en una sola a nivel continental es un trabajo arduo y complicado. Complicado desde el punto de vista fiscal, jurídico y tecnológico. Aún dando pasos hacia él, estamos lejos de conseguirlo.
El por qué
Nos obcecamos con viejos patrones basados en copiar lo hecho por otros. Tenemos un modelo de innovación vetusto basado en un complejo industrial pesado (y escaso) y con graves carencias para ser competitivo a escala global. Los grandes fabricantes europeos están más preocupados en innovar sus procesos, basados en conceptos tecnológicos testados, que en arriesgar. Y eso está siendo fatídico para el futuro de nuestro continente. hay que hacer frente al dinamismo emprendedor de Estados Unidos o la laxitud regulatoria de China en temas como la Inteligencia Artificial y otras tecnologías de la 4ª Revolución Industrial. En la UE hay una fiebre regulatoria que atosiga e impide la creación de nuevas propuestas, para que maduren, crezcan (es decir, puedan escalarse) y triunfen en un contexto europeo.
Por desgracia (para ti no) si tienes una start-up innovadora y estás destinada a crecer porque ofreces una buena solución al mercado, prácticamente estás “condenado” a vender a una gran empresa tu idea, que además será americana o de capital asiático. Tú ganas, Europa pierde.
Se habla de la necesaria “re-industrialización” de Europa, totalmente de acuerdo. Es célebre la frase atribuida a un miembro de la Comisión Europea al inicio de la pandemia que descubrió con horror que en la UE no se fabrica ni un gramo de paracetamol. No cuesta imaginarse cuál es nuestra debilidad actual. Pero para llevar a cabo esa premisa, hacen falta al menos otras más importantes que inviertan la tendencia actual.
Si queremos que la UE sea un destino de talento y futuro, al menos han de considerarse las siguientes premisas:
- Hemos de apostar por la “d” de Disrupción, la “i” de innovación se ha convertido en un lastre orgánico de la mayoría de la industria y de las empresas. La Inteligencia Artificial, el Blockchain o la recién llegada Computación Cuántica, nos obliga a (re)pensar cómo integrar la tecnología y el nuevo conocimiento desde una nueva perspectiva. Los modelos de innovación están anquilosados entre normativa legal, procedimientos de calidad y procedimientos en general. La Innovación europea es muy “procedimental“, es decir: lenta y tortuosa. La Disrupción permite explorar nuevos caminos, hibridar y fomenta el pensamiento “out of the box”.
- Hay que crear “áreas de economía digital” experimentales, que ayuden a pilotar la transición hacia el Mercado Digital Único. La futura puesta en marcha de los European Digital Innovation Hubs en la Unión Europea, son una clara oportunidad en este sentido.
- Hay que experimentar con nuevos marcos regulatorios para la economía digital, que sean simples, ligeros y prácticamente exentos de burocracia (la tecnología blockchain para este menester, es una gran oportunidad). No podemos competir con China y EEUU con el actual marco. Hemos de superar viejos corsés. Hay que dar oportunidad a las start-ups para que accedan a ayudas relevantes, creando “fondos para la disrupción empresarial” para que trasciendan la vetusta innovación europea. Además, deben establecerse mecanismos para que la administración les pueda encargar “conceptos” o “modelos” para dinamizar los sectores en los que España puede tener una clara ventaja competitiva: energías renovables, agrifood o turismo inteligente, por citar algunos.
- La creación de una “cultura digital” en la administración para acompañar esta revolución es clave. Las empresas y los servidores públicos cada vez se entienden menos. Hay un claro desfase entre el devenir del mercado digital y las capacidades de las administraciones. Éstas han de reclutar ya, nuevos perfiles que “traduzcan” las necesidades de esta nueva sociedad. No se pueden seguir llenando las RPTs de las instituciones públicas, con los perfiles de hace 20 ó 30 años. En especial en los entornos locales y autonómicos. El Mercado Digital Único, es sólo el primer paso para iniciar una “disrupción” social como consecuencia de la irrupción de las futuras tecnologías en nuestro entorno.
Transformar las amenazas en oportunidades:
Europa ha de convertir el minifundismo digital y la disrupción en una oportunidad. La oportunidad para que el valor que tenemos como sociedad no se convierta en algo obsoleto y anacrónico, ante la pujanza del modelo chino. China ha de verse como amenaza (para avanzar hacia nuevos modelos) y como oportunidad (para cooperar estrechamente). La sociedad que emergerá en 2030 será completamente diferente a la actual, y tenemos que tomar ahora la decisión de qué herramientas nos van a permitir convertir nuestras debilidades en fortalezas.
Nuestro “minifundismo digital” lejos de ser visto como una amenaza hemos de transformarlo en una fortaleza. Pero para ello, debemos avanzar en nuevos marcos de gestión y regulación, haciendo propicio un nuevo mercado que esté basado en la disrupción y no en la exhaustiva regulación y lentitud con la que acometemos cualquier proyecto. Nuestro sistema tiene grandes interdependencias con el sector público, y la transformación del Mercado Único Digital ha de ir acompasado. Si la administración pública no se adapta a la velocidad que lo hace el sector privado digital languideceremos hasta ser inadvertidos e inanes a escala global.
¿Nos ponemos a la tarea?
Gran artículo, estoy contigo en tus reflexiones. Muchas gracias.
Muchísimas gracias Jaime, por leerme y estar de acuerdo. Pero, toca, intentar crear una alianza público-privada que entienda el alcance de lo que someramente traslado en este post. Me sigo preguntando si seremos capaces de interpretar “las señales” y enderezar el rumbo que cambie nuestro modelo productivo en el futuro. Esa es la gran cuestión. Un fuerte abrazo.