Vivir de espaldas a la ciencia, mata

Sin ambages, afirmar que vivir de espaldas a la ciencia, mata; no es un eslogan, es un aforismo certero. El año 2020 que será recordado en los anales de la Historia como un año infame, es el que nos trajo de vuelta a la Ciencia. Con mayúsculas.

En el año de la primera pandemia global del siglo XXI (vendrán más, no me cabe la menor duda), la ciencia es la que nos salvará. La que sentará las bases de para (re)edificar nuestras sociedades y maltrechas economías. Será el año en el que la mayoría de la población girará sus cabezas para decir “pero, ¿por qué no nos avisásteis?”. Y será el momento de recordarle a la sociedad que sí estaba avisada. Pero ni la sociedad ni los poderes públicos quisieron oírlo.

Estructura del SARS-CoV-2

Es más, en muchos países la población se hizo un harakiri programado. Votando a patanes populistas, anti-ciencia y anti-sociedad, bajo mensajes en los que buscaban dividir para extraer lo peor de nosotros, para dividirnos, para debilitar nuestros sistemas sociales. Mientras ellos hacen caja o dan rienda suelta a sus pesadillas nacionalistas excluyentes.

Porque la exclusión es el mínimo común múltiplo de lo que nos ha ocurrido. Dejar nuestros sistemas democráticos a los Trump, Bolsonaro u Órban, del mundo solo traerá división, dolor y sufrimiento a nuestras sociedades. Su negacionismo más social que científico, está anidado en sus consciencias. En una era de hiperincertidumbre en un contexto cada vez más complejo, y en esa niebla epistémica en la que nos hallamos por culpa de las cúpulas de reverberación que produce la alarmante cacofonía digital, la ciencia será siempre la que indique el camino.

Es necesario comunicar mejor la ciencia

La propia historia de Katalin Karikó, creadora de la vacuna basada en el ARN, estuvo a punto de no conseguirlo, porque en nuestra sociedad el conocimiento complejo no es motivo de aplausos en prime time. Hemos sacado la ciencia del constructo social diario. Y eso tiene consecuencias sociales. Lo “complejo” no puede ser desdeñado. La ciencia y la investigación, así como la tecnología, tiene un alto grado de complejidad, pero no puede ser rechazada por su falta de comprensión. Quizá ha fallado la forma en cómo la ciencia se comunica. Es posible que haya que divulgar mejor la ciencia. Pero será difícil si está siempre se ve postergada, porque en esta era informativa hiperinfoxicada, entender cualquier investigación de cualquier campo, exige algo más que una simple lectura de un tuit o un meme “viral” (ironías de la vida).

El esfuerzo mundial para llegar a tener vacunas para la población en menos de un año, requiere un esfuerzo de proporciones épicas. Ha exigido modificar los patrones de cómo se comparte y sr comunica la ciencia, en un sector: el biotecnológico, altamente competitivo. Las miles de personas, que han puesto su conocimiento a disposición de la sociedad, será una deuda permanente con ellas. Pero es que la meta no ha valido más la pena, en nuestra historia reciente.

Ahora queda otro gran reto, conseguir que la vacuna llegue a TODOS. Y no me refiero a cada uno de nuestros compatriotas, me refiere a cada una de las personas de este planeta. No tiene sentido que en Europa nos inmunicemos y quede toda África expuesta, o grandes parte de Centroamérica o de las partes más depauperadas de Asia. Es una obligación moral, de escala planetaria que tenemos como especie. El SARS-CoV-2 no distingue entre razas, credos o sesgos culturales.

La covid-19 es un aviso de que vivir de espaldas a la ciencia, mata.

Esta pandemia, también es un aviso, para que tengamos mejores gobernantes, para reforzar nuestros sistemas democráticos, para estructurar una gobernanza real planetaria para poder enfrentarnos conjuntamente a riesgos globales y para invertir más y mejor en nuestros sistemas de ciencia y tecnología. Esto ha sido un primer aviso. La naturaleza es sabia, y nuestro comportamiento para con el planeta es muy similar a como el virus que nos trae de cabeza, lo hace con nosotros. Hemos de aprender la lección, hemos de avanzar, hemos de escuchar más y vociferar menos. Y hemos de dejar atrás a quienes hacen de la división y el sesgo su mantra.

La próxima vez que votemos, tengamos en cuenta poner a alguien que al menos sepa la importancia que tiene la ciencia y que no haga de la división su bandera. La Humanidad somos una única especie que vivimos en una pequeña mota azul pálido en la inmensidad de un frío y distante universo.

No olvidemos nunca que el conocimiento nos hace libres.

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