Populismo y Guerra Fría, ¿otra vez?

Y es que son tiempos difíciles, de zozobra mundial; y lo peor para las mentes menos lúcidas: el maniqueo concepto de “buenos” vs. “malos” ha desaparecido por completo. Se ha diluido en esta postmodernista visión delogoguerrafría la sociedad internacional que nos ha dejado la, primero, Caída del Muro de Berlín; segundo, el mundo multipolar que emergió, y; tercero, el mundo Post 11-S.

La vida, para diplomáticos, militares y políticos occidentales y del otrora bloque soviético, era fácil de comprender y el alineamiento internacional se dividía en dos simples bloques, porque todo el mundo se temía lo peor: la conflagración nuclear, el armagedón de la raza humana. Y esa constante en el Consejo de Seguridad Permanente de las Naciones Unidas, era un más que razonable excusa para que las dos grandes Superpotencias: EE.UU. y la extinta URSS ejercieran su derecho de pernada en el mundo.

Pero hoy, el tablero no sólo ha cambiado, con múltiples países reclamando su trozo de pastel de la tarta mundial; sino que además jugamos en un tablero confuso, con reglas en continúo cambio, donde los enemigos no aparecen nítidos, ni siquiera las causas que producen la aparición del terrorismo islámico en todo el mundo. [Muy interesante el artículo al respecto de Gambetta y Hertog “Why are there so many engineers among Isalmic radicals?” en el European Journal of Sociology, Volume 50, Issue 02, August 09]

Y es que la irrupción del terrorismo islámico en el mundo, como espectáculo global, franquiado por Al Qaeda S.A., ha dejado patente que el miedo al “quintacolumnismo” de todo tipo, ha vuelto para asentarse durante un largo tiempo. Los “enemigos” de la Democracia están entre nosotros y nadie entiende el por qué; es más, nadie sabe el por qué como Moises Naím recuerda más de una vez en sus acertados análisis de esta situación.

Además la llegada de un Presidente como Obama a la Casa Blanca acelera esta situación, ya que se ha pasado de una Presidencia nortemericana unilateral y altamente coercitiva, no por la presión para que se imponga un estilo de gobierno en el mundo, si no para hacer valer sus derechos geoestratégicos en este, frente a su futuro competidor: China [competidor por el Imperio, se entiende, o por el concepto imperial que se tiene de los instrumentos financieros en la actual escena internacional]. Obama ha cambiado esta percepción inicial, aceptando el diálogo multilateral, pero la actual crisis financiera ha dejado un reguero de heridos en el camino que hace que el nuevo inquilino de la Casa Blanca haya puesto los ojos en la política interior; en un maniobra que se me antoja que no será momentánea y que sin duda le hará enfrascarse en los asuntos domésticos en los próximos meses.

Y es que las cosas no pintan bien en su casa. La aparición de una capa de descontentos cada vez más amplia, hace que el estallido del populismo (y el neofascismo) estén cada vez más cerca. Recordemos lo que está ocurriendo con el movimiento del Tea Party, que ha entronizado a la reina de la Ignorancia, Sarah Palin, como monarca absoluta del sentir popular de una masa de población (la tradicional WASP) que se siente totalmente desplazada en la intrahistoria moderna norteamericana. La clase media blanca trabajadora y profesional que impulsó el bienestar de su país en la década de los ’50 y los ’60 del pasado siglo, se siente desarraigada y “traicionada“, y una serie de taimados líderes surgen entre iglesias locales y organizaciones patrióticas que hacen de la 2ª Enmienda (el derecho a portar armas) y su odio al “stablishment” de Washington, todo su acervo político.

En estas condiciones es difícil remar, y me hace recordar que el camino de la paz es el camino para la preparación de la guerra. La afirmación de Clausewitz, sobre que la guerra es la forma de continuar la política con otros medios, cobra firmeza. La supremacía de EEUU desde la II Guerra Mundial se concibe a través de un entramado de industria militar que permite lograrla. Esta lección cala, cada vez más, entre la población políticamente más ignorante y manipulable: necesitan un enemigo de quien protegerse. No nos olvidemos el concepto de Engels sobre el sostenimiento de la economía a través de la industria bélica en tiempos de paz, y eso ha sido una constante de cualquier potencia planetaria a lo largo de la Historia. Así que el movimiento del Tea Party sea una reacción populista de un sector ultraconservador de la sociedad norteamericana, entronca con una serie de sentimientos supremacistas de una porción de cierto electorado, esencialmente del GOP (Partido Republicano), que ve en Obama a un enemigo no-norteamericano, y que lejos de ser una consecuencia, es una excusa para lo que está ocurriendo. No nos olvidemos que a mediados de los años 30 hubo un sector social y empresarial en EE.UU. (al frente estaba Henry Ford) que vió con muy buenos ojos la llegada de Hitler al poder en Alemania y el significado políticosocial que tenía para ese grupo: era una autoafirmación de su propia línea de pensamiento.

Pero además, en esta escena multipolar, Rusia exige su puesto en la sociedad internacional. Como ex-potencia no han encontrado su hueco en el mundo, salvo en su zona de influencia directa, la comunidad de estados que otrora fuera la URSS. Pero ahora vuelve a emerger con un discurso propio del pasado. El pasado 5 de febrero el the cold war returnsConsejo de Seguridad de Rusia con la firma de ratificación de su Presidente Medvédev, aprobó su nueva doctrina militar en la que señala como principal enemigo militar a la OTAN (precisamente cuando la UE está dando pasos en abordar la creación del Ejercito Europeo y una política de defensa común). Esto, no deja de ratificar la necesidad de localizar enemigos claros y definidos que sean “tangibles” para la población, que los vean como una amenaza seria, que justifiquen los presupuestos de Defensa para reactivar la industria armamentística (un músculo demasiado anquilosado en la estrategia económica rusa, que ha pasado en la última década por la estrategia energética tan solo).

Y es que no hay nada como la sensación real y tangible de peligro inminente que ofrecía la extinta dinámica de bloques, frente al peligro terrorista que lo percibimos en los aeropuertos (por las innumerables trabas para acceder a nuestro avión) y de vez en cuando con un atentado o comunicado de Al Qaeda S.A.

Por cierto, alguien ha caído en la cuenta que el anterior tratado START II (Tratado de Reducción de Armas Nucleares Estratégicas) expiró el pasado 5 de diciembre de 2009 y que no se ha firmado el nuevo. ¿No es curioso el anuncio de la nueva doctrina militar de Rusia, en este preciso instante?

Hacen falta enemigos reales y tangibles: los rusos tienen a la OTAN, los ultraconservadores a Obama, pero en definitiva la constante de Engels persiste en las dos potencias, mientras en Europa seguimos buscando como reinventar a Keynes para realizar la nueva arquitectura que soporte la Estrategia 2020 de la UE.

Son tiempos de zozobra, sin duda…

Un comentario en «Populismo y Guerra Fría, ¿otra vez?»

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