PublicVerse, ¿es necesario un Metaverso público?

Para entender el contexto de lo que pretendo explicar en esta entrada, me vais a permitir una pequeña licencia literaria…

“Es una mañana invernal. Hace frío y llueve a raudales fuera. Pero a las 9:25 estoy citada con el inspector de hacienda para revisar la documentación de una ayuda de unos fondos que requerí hace unos meses y que puede que me sea concedida, si supero este complicado trámite. No quiero ni pensar en el tráfico de fuera, a pesar de que los algoritmos de control de tráfico llevan tiempo intentando lidiar con el sistema que pervive entre los automóviles de conducción autónoma y los de toda la vida. A saber dónde hoy se efectuará la enésima manifestación, con sus correspondientes cortes de circulación, y cómo me afectará para llegar a tiempo. Entre los que reclaman su derecho a conducir sin asistencia inteligente y la conjunción de el gremio de taxistas y de los VTC que hace tiempo decidieron unirse, para defender su profesión; más las asociaciones gremiales neoluditas que reclaman que ninguna IA, ni robot, sustituya a ningún trabajador más; la mañana promete ser caótica. 

Así que decido cambiar la reunión física por otra en el PublicVerse de la administración con la que he concertado la cita. Me llega el “bip” con el aviso de recibo, que confirma el visto bueno por parte de mi entrevistador para “vernos” en el Cubo de Gestión 3C a la hora indicada. Repaso toda la documentación, compruebo que mi identidad digital autosoberana está codificada para mostrar solo la información personal necesaria requerida y a continuación compruebo los accesos de mi avatar digital, mi “gemelo digital”, para chequear que nada ni nadie ha hecho nada con él desde mi última visita al metaverso. Tras comprobarlo todo, me coloco mi dispositivos hápticos en las manos para poder mantener una interacción cuasi-real con el inspector a la hora de mover y trasladar documentos en el cubo inmersivo asignado y procedo a ponerme mi visor de acceso virtual. Accedo al PublicVerse y me dirijo directamente al Cubo de Gestión 3C…”

¿Qué es realmente “esto” del Metaverso?

Esto podría ser una historia real en el lapso de unos pocos años. No sólo en lo que respecta al planteamiento de cómo abordar la reunión. Sino también de los problemas que surgirán ante el advenimiento de nuevas tecnologías que harán convivir viejos modelos con otros totalmente disruptivos. Si la pregunta que te planteas ahora mismo es, ¿cuándo será ese momento?, la respuesta es difícil. El futuro nunca será como nos lo describen. El futuro suele ser un puzzle realizado a base de trozos de “presente” que se van intercalando, muchas veces de forma inconexa, y que producen cambios lentos, pero inexorables. Así que pongamos 5 años, o 10, o 20. ¡Qué más da! La cuestión es que vemos venir el cambio y tenemos que prepararnos para ello.

Hablar de Metaverso como un concepto unívoco, a día de hoy, es más una quimera que una realidad. Un concepto inflado exponencialmente al borde de una burbuja tecnológica, dado sobre todo por la necesidad de Meta (la otrora empresa llamada Facebook) para que nos subamos a un barco, que no es que esté en construcción, es que está por definir. De hecho, hay mucha discusión sobre si el “metaverso” será la próxima evolución de internet, a la que muchos llaman ya Web3, la web construida sobre un interned descentralizado y tokenizado sobre la tecnología blockchain (No confundir con la Web 3.0 que es la convergencia de los modelos semánticos basados en IA para búsquedas inteligentes, lo que está haciendo ya Google y el famoso Chat GPT de openAI). Y también está en discusión si la Web3 ha de ser construida sobre tecnología blockchain o no. Hace poco, el creador de Internet, Tim Berners Lee, anunció la creación de su último proyecto llamado “Solid” y anunció que esta última premisa, la de construirla sobre tecnología blockchain, no será necesaria.

Pero volvamos a lo que denominamos “metaverso”. Como tal, este constructo en lo que hoy conocemos como internet, no existe. No hay un único lugar en internet donde se acceda a una puerta digital que se denomine metaverso (por mucho que Meta y otros insistan en ello) y que desde él podamos acceder a varios escenarios o mundos virtuales de diferente concepción. Esa idea está muy lejos en el tiempo de ser concebida como tal. Los problemas de escalabilidad e interoperabilidad que requiere, son imposibles a día de hoy. Podemos definir que existen una serie de “protoversos”, siendo condescendientes. Por no hablar de la pesadilla tecnológica que representa asegurar la ciberseguridad de los avatares digitales de nosotros mismos, ¿o no?

Esta última cuestión no es baladí. Y es en ella donde nos vamos a centrar para explicar la importancia de lo que quiero trasladar. Se trata de cómo lidiar con lo más complejo de ese universo virtual: tu avatar digital.

La tecnología en la que se sustenta el denominado “multiverso” es una vieja tecnología conocida: se llama realidad virtual. Y lleva muchas décadas ya entre nosotros y nosotras. Es curioso, porque se trata de una tecnología que hace una década se dio por muerta, por estar, digamos… “desactualizada”. Nada más distinto de la realidad. Está en pleno auge. Gracias a las nuevas necesidades formativas, a la necesidad de entrenar aptitudes en prevención de riesgos laborales, o en el caso de la realidad aumentada, la capacidad de ser más eficiente en la cadena logística o en entornos industriales.

Por lo tanto, la base tecnológica en la que se sustenta este reto, es una tecnología bien conocida. Otra cuestión es cómo utilizarla en un entorno virtual inmersivo y completamente operativo en internet. Aquí, la cosa se complica. Y otra cuestión a plantear es cómo hacerlo y con qué objetivos. Y aquí radica una de las cuestiones más interesantes.

Los problemas éticos y jurídicos del Metaverso

Habrá lugares de ese “metaverso” donde no importa quién seas o lo que hagas. Podrás utilizar un avatar anonimizado para jugar en un escenario virtual como el que propone Decentraland utilizando la red de blockchain de Ethereum. Pero habrá ocasiones en las que el avatar tendrás que ser tú, con tus datos biométricos que te identifiquen como una copia digital de la persona que eres. Y aquí es donde se complica todo.

Esa copia digital, de tu gemelo digital, se alimentará de tus datos recogidos en la red, de lo que tú le traslades que te representa y, lo más importante, de tus propios datos biométricos. En especial tus huellas digitales, tu iris y tu voz. Y todo ello “alimentado” por una inteligencia artificial que aprenderá de ti, de tus necesidades y de qué supone ella que necesitas, y que nunca estará satisfecho con lo que encuentre en la red de ti, buscará más y más, y si está mal diseñado podrá mezclar características tuyas con alguien con un nombre o caracteres parecidos a ti. El reto tecnológico que plantea es inmenso, por no hablar del reto ético y jurídico.

Reto ético, porque plantea determinar cómo serán esos algoritmos que construyan tu otro yo en el metaverso. Que deberán ser un fiel reflejo de ti. Pero una IA está preparada para aprender, para crecer, y obviamente no va a tener el “paquete” completo de datos de ti, porque eso es tecnológicamente imposible. Por lo que va a ser un dilema cómo operar con este tipo de IAs en el metaverso. Y desde el punto de vista de la interacción que uno provoque conscientemente con su avatar. ¿Tendrá repercusiones emocionales con impacto en la vida real? Es decir, si estás besando con tu avatar a otro que no es tu pareja, ¿estás cometiendo una infidelidad?, si asesinas a un avatar en el metaverso, ¿podrás ser considerado un asesino?

Aquí es donde entra en juego el punto de vista jurídico, que también creará otros muchos nuevos dilemas. Si tu avatar hace algo sin tu consentimiento previo, ¿será válida esa acción?, ¿se podrá enjuiciar a una IA, que en ese momento no estaba controlada por ti? Estas cuestiones serán las que construirán todo un nuevo acervo jurídico, que se desarrollará en paralelo a esta tecnología. 

Avanzando hacia el PublicVerse

Desde el planteamiento que nos ocupa, llegará el momento en el que la administración pública construirá espacios en el metaverso para atender a la ciudadanía, a las empresas u organizaciones que así lo requieran. Lo cual repercutirá en ahorro de costes (tiempo y viajes en esencia) y que además genera interacción directa, a diferencia de lo que ocurre con el actual marco que ha provocado el teletrabajo. Piensas que es algo lejano que se hará en otro país. Pues has fallado en esa apreciación, el Gobierno Foral de Navarra ya está experimentando con este formato.

Pero además, es una oportunidad para que la descentralización de los organismos de la Administración General del Estado no sea un problema, ya que se podrán construir espacios virtuales en los que la interacción entre sus departamentos, o con otras administraciones sea una realidad operativa

Ello exigirá, dos grandes retos a superar. Uno es el de la ciberseguridad, asegurar que los avatares digitales siempre estén controlados por sus legítimos dueños, y que sepan cómo están creciendo a partir de sus datos, y el otro es la gran transformación que el metaverso, cuando sea real, va a exigir a todas las capas de la sociedad.

La interacción de contextos inmersivos virtuales construidos y supervisados por motores de inteligencia artificial, así como el de nuestros avatares, exige tal cambio de paradigma en el desarrollo de nuestra sociedad que a día de hoy es muy difícil de aprehender.

Pero el futuro tecnológico es inexorable y en algún momento esta convergencia se hará realidad. Dos cuestiones para reflexionar que dejamos al final, ¿estamos preparados para ello?, y, ¿estará todo lo suficientemente controlado por el sistema para que el avatar de la protagonista de la historia del comienzo en un ataque de ira no asesine al avatar del funcionario que la atiende?

De todas y todos depende el final de esta historia. Bueno, más bien del comienzo de esta historia… En el equipo de FIDESOL ya estamos trabajando en ello, tanto desde la óptica de la Realidad Virtual aplicada como de los desarrollos en ciberseguridad necesarios, con la tecnología blockchain y la inteligencia artificial, 😉

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