El motor del Gobierno Abierto: El Open data, ¿conseguiremos “abrir” la administración?

Toda historia comienza por un principio, ¿qué es esto de “abrir” la administración?, abrir los gobiernos en definitiva. Es un periplo que comenzó a principios de este siglo, apoyado por una tradición académica de final del siglo XX que avisaba de la necesidad de que tuviésemos gobiernos más colaborativos, confiables y transparentes; para que la ciudadanía viera a los mismos, y por extensión a las instituciones públicas, de una forma más confiable.

Gobierno Abierto y Open Data

Estamos hablando de la filosofía del gobierno abierto que conlleva “desnudar” los procesos y la gestión de nuestras instituciones públicas. Pero, un momento, cómo puede ser que una filosofía de trabajo que impregna a muchas organizaciones internacionales como la ONU, la Unión Europea o la OCDE, no me suene o como mucho me deje un vago recuerdo. La respuesta es sencilla, como tantas veces en otros momentos, se ha intentado hacer todo de “arriba a abajo”. Esa visión “top-down”, siguiendo la nomenclatura anglosajona, no casa con la realidad del día a día de nuestro tejido municipalista. Los ayuntamientos, articulados como el cemento social de nuestros territorios, así como la pieza fundamental en la que se asienta la resolución de los problemas fundamentales de la ciudadanía en el día a día, han sido los últimos convocados a una filosofía de gestión y modelo institucional que nos permite desarrollar instituciones públicas más resilientes y capacitadas para hacer frente al cambio y la incertidumbre social y económica que conlleva este tránsito por el siglo XXI.

España está ya en la mitad del camino del IV Plan de Gobierno Abierto, y tras más de una década desde que se impulsó esta metodología, que apenas ha penetrado en la Administración Digital del Estado, está comenzado a ser tenida en cuenta en los marcos autonómico y local. El gobierno abierto, además de ser una filosofía sobre una forma de gestionar y gobernar de un modo transparente, colaborativo y participativo, implica impulsar nuevas herramientas y procesos que aceleren la innovación en las administraciones, en la que la transformación digital en ciernes, es el vector principal sobre el que propiciar estos modelos.

Pero, dónde queda esto del open data, de los datos abiertos. Enseguida abordaremos la cuestión. Propiciar una transformación digital implica nuevas herramientas tecnológicas para propiciar nuevos cambios. Tecnologías como el Big Data y la Inteligencia Artificial están siendo los grandes artífices de este cambio, y ¿qué necesitan para funcionar?… 

Eso es, lo has intuido, nos referimos a los DATOS.

La importancia de la Gobernanza del Dato en nuestra sociedad

Hemos oído hasta la extenuación que los datos son el nuevo petróleo de nuestra sociedad, y no es precisamente una exageración. Durante el devenir histórico de nuestras sociedades, siempre se articuló el control del poder sobre la gestión, mejor dicho sobre la restricción, de quién tenía acceso a la información. El dicho popular “la información es poder” ha construido durante siglos el discurso y la gestión de la política, el storytelling que se denomina ahora. Pero desde que tenemos “la red” y la capacidad bidireccional de comunicarnos digitalmente con cualquiera, bien sean otras personas, empresas, instituciones, partidos políticos o marcas, el “poder” de la gestión de la información se ha ido diluyendo, o mejor dicho se ha hecho más complejo, gracias a la eclosión también de las emergentes (y poderosas) herramientas al servicio de la desinformación.

En paralelo, con el poder comunicacional de internet, algunas empresas supieron ver con mucha anterioridad el poder del “dato” frente al de la información. Google no ha escondido nunca esa pretensión, de hecho en su sede central en Mountain View en California en el Hall de la entrada se puede leer “organize the world’s information and make it universally accessible and useful”, explicado en español incide en que su visión empresarial desde sus inicios fue la de organizar toda la información mundial para ponerla a disposición de todos. Esta loable misión, cuya principal herramienta es conocida ampliamente: el buscador de Google, encierra obviamente la otra cara de la moneda. Gestionar información es gestionar miles de Petabytes (103 Terabytes) de datos masivos en el marco actual. Para ponerlo en contexto, decir que un solo terabyte es el tamaño de un disco duro normal de cualquier ordenador personal de los que disponemos en la actualidad. Tal cantidad de información es muy difícil de asimilar y ser comprendida o poder ser analizada por el cerebro humano sin ningún tipo de ayuda tecnológica.

Además surgió otra oportunidad, que no podían dejar escapar, en ese camino iniciático de las empresas que se dedicaron desde los inicios a gestionar la información en internet. Aparecieron dos aceleradores para poder acaparar datos. Por un lado, la eclosión de las redes sociales y su adopción masiva por la sociedad, y previamente (como entrenamiento inicial) el despliegue del email. Una herramienta que pasó a ofrecerse de forma gratuita por parte de las empresas, porque es un excelente recopilador de datos. 

Esta fue nuestra incorporación masiva como ciudadanía y personas consumidoras, gracias al concepto “freemium”. Es decir, a cambio de una herramienta barata de desarrollar para la empresa, te la cedo a cambio de tus datos. Iniciamos un rol desconocido para la inmensa mayoría de todos y todas, la de ser trabajadores no retribuidos, dándoles una posesión personal que en sus comienzos no fue percibida como tal: los datos personales.

Y con todo lo anteriormente expuesto llegó el modelo de marketing digital y de los modelos prescriptivos que nos llevan a decirnos qué, cuándo y dónde consumir, gracias al alto grado de personalización de la publicidad para cada uno de nosotros y nosotras. En efecto, tal como lo estás pensando, se debe a ese alto conocimiento de cada persona, gracias a cómo cedemos nuestros datos todos los días y de forma no consciente. Cada vez que aceptas un formulario de gestión de cookies o de un alta en un servicio digital estás vendiendo tu alma al diablo. Bueno, acepto que esto es una exageración, y también lo he encontrado divertido en relación con el archifamoso lema de Google “Don’t be evil”, es decir “no seas malvado”. Obviamente, pierde su gracia cuando lo traducimos del original. Perdonad esta licencia humorística.

Volviendo a la cuestión inicial, ¿qué tiene que ver todo esto con el “open data”?. La cuestión es simple, las empresas, y especialmente las multinacionales como la citada Google, e incluyendo a Amazon, Apple o Meta, por citar algunas de las grandes, supieron qué hacer con los datos masivos (el Big Data) antes de que los estados comprendieran la importancia de ello. Y ahora nos encontramos en una encrucijada. Mientras que actualmente se está debatiendo sobre los modelos de privacidad y seguridad de nuestros datos, con una regulación muy proteccionista a favor de la ciudadanía, como el GDPR, pero muy difícil de hacerla eficaz; los estados han comenzado en los últimos años a ver que los datos que poseen, y cuando decimos estados, nos referimos a todas las instituciones públicas que los conforman, incluyendo a todos sus niveles de representación territorial, son y deben ser del dominio público. 

La importancia de generar conocimiento desde la información disponible

¿Por qué?, porque los datos que originan las instituciones públicas son de todos y todas. Porque son datos que se originan mediante procesos que se pagan con los presupuestos públicos que salen de nuestros impuestos; pero especialmente porque los datos que no son filtrados y transformados no pueden originar nueva información, y por lo tanto, no pueden originar nuevo conocimiento. Y esto desde la perspectiva de “lo público” es un gasto y una ineficacia en su gestión que no podemos tolerar como sociedad.

Si la vertiente ética de por qué los datos de las administraciones han de estar “abiertos” a la sociedad es una obviedad con lo afirmado anteriormente; no abrirlos es un suicidio económico y social. La capacidad de extraer nuevo conocimiento de los datos originados parte de una idea clara: diferentes visiones, diferentes aproximaciones a interpretarlos, originan, precisamente ese nuevo conocimiento. Por lo tanto, esa posibilidad crea nuevas oportunidades para la sociedad y la capacidad de crear nueva riqueza. Simplemente, partiendo de la transformación de los mismos. 

Por lo tanto, adoptar esa visión del open data no es una necesidad, es una obligación institucional, que debemos exigir y que debemos aprender a utilizar. Llegado a este punto, he de decir que tenemos buenas noticias al respecto. Los esfuerzos de la Unión Europea con data.europa.eu, el gran repositorio europeo de datos públicos, fue una inspiración desde sus inicios que ha ido creciendo más y más, y que gracias a su modelo de gestión, tenemos una vía de inspiración para llevarlo a término en cualquier institución.

Además, en España desde hace años esta iniciativa ha ido creciendo con un modelo basado en el europeo, que nos ha llevado a tener un portal claro y usable que podemos encontrar en “datos.gob.es”, y el resto de comunidades autónomas y otras instituciones públicas para una buena gobernanza del dato. Pero queda un largo camino que recorrer al respecto.

En definitiva, tenemos una oportunidad como sociedad para desde el Open Data, generar nuevos modelos de innovación social, tecnológica y económica que nos permitan optimizarlos para generar nueva riqueza y territorios más agradables donde vivir y trabajar.

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