Este año nuevo que comienza, con la constante amenaza de la crisis y por ende del desmantelamiento progresivo del Estado de Bienestar en todos los estados europeos en aras de la eficiencia y el ahorros de costes (aka: Privatización); y tras el reconocimiento tácito del FMI de que las medidas de ahorro y recortes de inversión pública (especialmente en sanidad y educación) solo conducen a un empobrecimiento más acelerado de los estados; y por último el Protectorado Alemán S.A. en el que se ha convertido Europa gracias a la dejación de funciones del Consejo y de la Comisión en manos de Merkel, quien insiste en hablar de “readaptar” las economías del Sur y la periferia al modelo alemán. Modelo, que nunca ha existido en la década pasada, que arrastra una gran deuda privada de su sistema financiero, que estamos pagando los ciudadanos europeos gracias al interés negativo del Bono Alemán con nuestras encarecidas primas de riesgo, debido básicamente a la estulticia de nuestros gobernantes e incapacidad de miras a largo plazo. Pues a pesar de todo, siempre hay que tener motivos para la esperanza.
Soy un europeísta convencido, y en Europa está lo solución. El problema es que en el último lustro nuestros gobernantes nacionales nos han hecho creer que todo el daño que se produce en nuestras economías viene de “Bruselas” como ente, cuando no es así. Sí, viene de un lugar concreto de Bruselas, de las reuniones del Consejo en donde los 27, como autómatas, acatan las órdenes de Berlín sin rechistar, y así nos ha ido. Es el momento de cambiar. Tras 5 años de sacrificio, de entregas masivas de dinero público a los bancos que nos han llevado a la situación, donde no vemos por ningún lado responsabilidades jurídicas de los dirigentes (tanto políticos como financieros) que han originado esta orgía crediticia, es la hora de cambiar los papeles.
Vivimos en un momento ideal para creer que solos nos irá mejor. No son pocas la voces que claman por la salida de España del Euro (algo con lo que sueñan en Alemania, para que nuestro país vuelva a ser aquel país barato de sol y camareros donde venían de vacaciones, a precios irrisorios), sería un craso error y nos devolvería a niveles económicos de los ’70. También hay quienes creen que en el nacionalismo está la solución (Escocia, Catalunya, Padania, etc…), la Historia de Europa es clara en esto, esa huida nos lleva a focos de expansión militarista y guerras intestinas (la última tuvo lugar en los Balcanes por la mezcla de esos sentimientos contrapuestos y desnaturalizados y usados políticamente), y además sin contar con el nacimiento de movimientos populistas y ultras a lo largo y ancho de Europa, así como de los movimientos antisistema, de todo tipo, y de organizaciones que pretenden el cambio de cuestiones concretas de nuestra sociedad, sin tener un programa de Estado para gobernar, a pesar de sus, a priori, buenas intenciones: desde los partidos ecologistas, al Partido Pirata, y más recientemente el Partido X.
Todo ello provoca una amalgama de sentimientos e ideas cruzadas en nuestro país, más acostumbrado a la bronca que al diálogo, que lejos de ayudar, incrementará el “ruido” mediático en los próximos meses conforme vayan pasando las noticias económicas que cada vez serán más desalentadoras, si no se produce un cambio de políticas desde quienes nos gobiernan. En USA lo están haciendo al contrario que en España y funciona, son políticas postkeynesianas, adaptadas a nuestro “hoy”. La cuestión es si el Gobierno de Rajoy va a hacer frente a los dictados de “nuestra” Jefa, y va a cambiar de receta; mucho me temo que no será así, porque el programa privatizador de desmantelamiento del Estado de Bienestar, es el programa que incluso Aznar hubiera llevado a la práctica, solo hace falta leer algunas de las recetas que recomendaba la FAES durante el Gobierno de Zapatero, sobre la privatización y la eficacia del gasto público. Me temo que en España no se va a producir tal cambio, con el actual inquilino de La Moncloa.
Pero volviendo a Europa, no todo es monolítico en el ejecutivo comunitario. Hay comisarios que de verdad creen en el ideario europeo, y aquí da igual el color político; algo que es más necesario que nunca. Jamás en nuestra Historia, como europeos, hemos tenido que hacer frente a un reto común como al que nos enfrentamos: la desaparición política de nuestros estados a la hora de decidir el futuro del mundo. Aún quedan retazos de esta visión de antiguo “hegemón” en Alemania, Francia y Gran Bretaña, sobre todo. Pero la realidad es que el mundo ha dejado de ser eurocéntrico, y ha pivotado hacia las orillas del Océano Pacífico, con EEUU y China como grandes hacedores de la Historia. Incluso en EEUU están preocupados por la deriva secesionista del Reino Unido de la UE, aunque sus motivos no sean precisamente europeístas, of course.
La cuestión es simple, nos rendimos y ya está, o avanzamos hacia un nuevo modelo político, que supere llos viejos “estados-nación”, pero necesarios para ser un equilibrio frente a las “fuerzas” del mercado. ¿Cómo lo haremos mejor? Con 27 opiniones diferentes o con una única clara y amplificada voz que lance un único mensaje. Esta claro que lo último, pero siendo realista no deja de ser una mera utopía, sobre todo dada alguna posición anclada en el pasado como lo es la británica. Es difícil preconizar esto, cuando son nuestros inanes gobernantes los que al primer problema ante su opinión pública le echan la culpa a la UE, cuando son ellos los responsables de decidir los rumbos económicos y políticos de sus respectivos países, pero no hay nada como una cabeza de turco, para evitar responsabilidades. Y ya que los nombro (aunque no de forma positiva), para cuándo la incorporación de Turquía en la Unión, ahora mejor que más tarde.
En el seno de la Comisión hay una mujer (algo que no es baladí) que cree en el futuro de Europa y de su ciudadanía, se llama Viviane Redding y es la que convenció a la Comisión para que este año fuera declarado como el Año Europeo de los Ciudadanos. En más de una intervención suya, les recuerda al Colegio de Comisarios, así como a los MEPs, que Europa o se construye con la aquiescencia y colaboración ciudadana o todo el andamiaje se vendrá abajo. No es la única voz en este sentido pero es la más decidida. Defiende una Unión Política a dos velocidades, con un “core” europeo, que vaya superando los esquemas de los estados nación europeos imperantes desde el siglo XIX, para que nazca un nuevo estado más fuerte y grande que defienda los intereses de los ciudadanos, frente a los grandes retos que plantea este siglo en un mundo cada vez más hiperglobalizado. El nacimiento de un nuevo tipo de estado-nación: una Europa política, más que monetaria o financiera. Una Europa de los ciudadanos que no de las mercancías (CEE) o de los capitales y finanzas (La Europa del Euro); es decir, el advenimiento de una verdadera Unión Europea.
Hay voces que son muy optimistas con respecto a lo que acontecerá en este 2013 con respecto al devenir del ideal europeo en los próximos meses, como es el caso de José Ignacio Torreblanca en su post El Año en el que Europa se salvó, comparto su idea de transición, pero será difícil por lo pacato de nuestros dirigentes a nivel europeo, y por la denostada imagen que se ha instalado en la opinión pública sobre “Europa” como concepto que les está arruinando sus vidas.
En este año 2013, tenemos que recordar que disponemos, como ciudadanos, de una herramienta incipiente en la UE para hacer oír nuestra voz como lo es la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) o los intentos por crear un sistema de Open Data para liberar los datos públicos de la Unión; así como los nuevos marcos regulatorios que se van a poner en marcha para proteger nuestra identidad digital, el primer paso para crear un sistema de Gobierno Abierto en Europa, que pueda permitir una participación efectiva de la ciudadanía en el día a día de las grandes decisiones de la Unión. Para esto tenemos la tecnología y los procedimientos necesarios para llevarlos a cabo. Ahora hace falta la determinación y el coraje políticos para impulsarlos. Por no hablar del actual debate sobre el sufragio directo para elegir al Presidente de la Comisión, así como que solo se vote a listas de partidos abiertas, no por partidos nacionales, sino a los partidos y alianzas europeos.
Son pasos que se han de dar para crear un nuevo espacio de diálogo y de reflexión (muy ausente en el debate político actual) y en el que se tienen que hacer oír nuestras voces. La Comisión ha puesto en marcha varios mecanismos.
¿Si tienes una idea por qué no la expresas y la compartes en la red? Será la mejor forma a contribuir a ello, y a que nuestras ideas queden reflejadas para el resto de la opinión pública interesada.