La irrupción de OpenAI en nuestras vidas en 2022 está teniendo un impacto muy superior al esperado.Si ChatGPT 3 fue todo un descubrimiento, no lo es menos lo que está ocurriendo con ChatGPT 4. Por no hablar lo que atisban proyectos como Hyena.ai o Stability.ai.
La cuestión es que las inteligencias artificiales generativas han llegado para quedarse, y esto no se quedará aquí. La convergencia de este tipo de IAs con otras en las que se está investigando como la XAI (inteligencia artificial interpretable), y el impacto que las tecnologías cuánticas tendrán en ellas, supondrán un salto tecnológico difícil de atisbar, no en 2030, sino en 2 o 3 años. Nadie supo anticipar su advenimiento, ni las consecuencias normativas, éticas o laborales que este tipo de herramientas van a tener en nuestra sociedad.
En este sentido vamos a ir, casi siempre, tarde. Si en la UE nos mostraremos infinitamente preocupados sobre cómo el impacto tecnológico de la IA va a tener en nuestra sociedad desde una perspectiva jurídica y ética, por sus implicaciones sociales. Otros estados como China (donde no hay marco regulatorio o protección de los datos individuales), o el “dumpling” legal que se está produciendo en EEUU entre sus respectivos estados para atraer a todo tipo de empresas que las desarrollen, las asimetrías van a ser terribles. Estamos andando un camino que no sabemos muy bien cómo va a resultar. Como muestra, el actual marco regulatorio de la IA en la UE, que gracias a la irrupción de OpenAI, lo ha dejado vetusto en meses desde que vio la luz el año pasado.
Pero volvamos a una cuestión que me intriga. En la actualidad, hay una huelga de guionistas en Hollywood porque denuncian que las Majors y las plataformas de contenidos les han llevado a un estado de precariedad e incertidumbre que hace peligrar la creación de contenidos, ¿o no?
Van a tener que luchar contra estas IAs generativas en un contexto en el que en breve podrán reemplazar su trabajo, de la misma forma que la industria del videojuego las está utilizando para avanzar más rápidamente en la creación de videojuegos (recordemos que esta industria desde hace tiempo utiliza un formato de creación muy parecido al cinematográfico). Esto significa que para muchos directivos estos trabajadores tienen la futura etiqueta de reemplazables. Y no nos vamos a quedar aquí. Va a ser mucho más temprano que tarde, que comencemos a ser seguidores de personajes creados por una IA, que podrán tener una vida propia en un formato digital (y no me refiero solo al metaverso) que sumará seguidores por doquier. Más allá de las aventuras que protagonicen en sus películas y series. Serán personajes enteramente creados por CGI con una IA que forme su personalidad, trenzada por algoritmos que se adaptarán a los gustos de la mayoría (o a los tuyos en exclusividad si dispones de un acceso Premium totalmente personalizado). Y esto, va a venir ya. Sin un entorno regulador, sin que sepamos qué consecuencias éticas o psicológicas tendrá.
Y será solo el principio. Imagina un avatar de estas características, como deportista en deportes inventados (o transformados) en los que se puedan realizar acrobacias o escorzos que vayan más allá de las posibilidades físicas de nuestra propia humanidad. El deporte como espectáculo, tal como lo conocemos en la actualidad, nos parecerá aburrido. La pregunta ya no es si llegará, la pregunta es que cuando llegue…
¿De verdad te vas a resistir a ello?
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