Conceptos como el de criptomoneda, ICO o token se están abriendo paso en nuestra sociedad para un grupo de “iniciados” en lo que se denomina “FinTech“, la eclosión de un modelo financiero basado en la DLT más conocida (y la primera en llegar) que es el blockchain. Pero el Futuro llegó ayer, y querido lector o lectora, si no estás familiarizado con estos términos ya, vas a tener un problema en los próximos años.
El Fintech no deja de ser la punta del iceberg de una de las capacidades de las tecnologías de contabilidad (o registros) distribuidos (ósea, una DLT) y que poco a poco impregnará a toda nuestra sociedad en la próxima década con formatos y usos que hasta incluso ahora sería muy difícil de aventurar. Este camino se solapará con el desarrollo de la 4ª Revolución Industrial actual, en un estadio que podríamos denominar Revolución Industrial 4.5. La 5ª está agazapada a la espera de que tecnologías como la computación cuántica se desplieguen con una Inteligencia Artificial preparada para su uso y la emergencia del Transhumanismo. Si la 4ª destaca por la integración del internet de las cosas en nuestras vidas una vez se desplieguen por el mundo las redes 5G, la 5ª Revolución será la que alumbrará una nueva sociedad de “Sistemas Distribuidos”.
Para un informático, el concepto sistema distribuido es algo que le lleva a sus años en la Universidad y que es intrínseco al desarrollo de algoritmos y la capacidad de combinar cálculo computacional del hardware y el software de forma distribuida, es decir, ubicua y desplegada en mallas, en redes, sin un foco central. Y cuando este concepto se desarrolló en los años 70, nadie pudo imaginar (ni ahora aún) el gran impacto social que tendrá en la década de 2030. La Descentralización será el “concepto” que la sociedad tome para organizarse, y conceptos como “entidad intermediadora” pasarán a ser casi un tabú, salvo para cuestiones netamente sociales de organización comunitaria (esto da para una entrada completa en mi blog).
El Futuro fue Ayer
Que todo estaba inventado es casi una perogrullada. Lo que está ocurriendo en este momento es que todo está teniendo sentido, como piezas de un puzzle que se están alineando, porque este es el momento tecnológico en el que todo encaja por fin. Así conceptos como el de Smart Contract, que parece que se inventó ayer, no deja de ser un modelo informático desarrollado en 1994 por Nick Szabo o el de la estructura y el desarrollo de un modelo de gobierno: el electrónico que ya fue intuido por Karl W. Deutsch en su magnífica obra “The Nerves of the Government”. Por no hablar de la ingente cantidad de artículos académicos que se están escribiendo en los dos últimos años y que se escribirán en los próximos sobre el uso de las DLTs.
Y en ese puzzle, el Blockchain emerge como la primera de las tecnologías disruptoras, gracias a Ethereum y su despliegue mundial, que cambiarán nuestra sociedad para siempre. Desde la economía, a nuestros sistemas políticos, nuestros hábitos sociales y los culturales. Y esto es solo el principio, como tan bien intuye el filósofo de la PostSociedad: Byung Chul Han.
Hacia la WEB 3.0
Muchas veces hemos oído hablar de la web 3.0, un concepto hasta la fecha, totalmente publicitario, lejos de implicar un cambio real sobre la web 2.0. En algunas definiciones se añadió el dígito, para hablar de la web semántica, que gracias al Big Data y al machine learning y a la todopoderosa Alphabet, ha evolucionado Internet a lo que es ahora en la última década. La Web 3.0 será la resultante de la que deparará la actual arquitectura blockchain, y en especial la que emergerá de su desarrollo, con DLTs que escapan en sus resultados de lo que apenas comenzamos a intuir. El gran reto es cómo desarrollar una gobernanza justa y equilibrada de las mismas, sin grandes nodos que fuercen forks favorables a sus intereses. Para mí este es el gran reto para el despliegue general de las DLTs (sin entrar en el tipo de estas, si serán públicas o permisionadas. Sin duda el futuro será de despliegues Multichain).
Por ello, que lleguen a grados de desarrollos interesantes tecnologías como Hyperledger o Tangle (de la Fundación IOTA) que puede ser la solución de las transacciones distribuidas que exigirán máquinas y dispositivos conectados por el Internet de las Cosas. O una de mis grandes esperanzas, el desarrollo de Hashgraph de Hedera, o cómo el proyecto Riddle & Code está estudiando cómo usar la tecnología NFC (la que usas para pagos con el móvil) sin riesgos para el consumidor. Ya lo sé, todo puede resultar confuso e inquietante. Lo único que expreso es que hay una gran comunidad de desarrolladores a investigadores (a la que me uno con mis incipientes investigaciones y esfuerzos en publicarlas) para intentar llevar esto al campo práctico.
Una de las cuestiones que más me llaman la atención es la de la gente que me pregunta sobre cómo funciona el blockchain. Créanme, no merece la pena (salvo que se se vayan a dedicar profesionalmente a ello), merece más la pena pensar para qué sirve y cómo poderlo encajar en un sector. Y la lista comienza a ser ya muy larga y lo va a ser aún más. Y otra cosa, el blockchain lo utilizan ya Carrefour o Banco Santander por nombrar a algunas marcas de uso común.
La irrupción de los verdaderos “Sistemas Distribuidos”
Ese es el gran reto, pasar de sistemas distribuidos (desde una perspectiva de ingeniería de computación) que implican las DLTs, a generar “Sistemas Distribuidos” de carácter sociopolítico y económico: una verdadera disrupción institucional, tanto en el ámbito público como en el privado. Aquí reside el gran reto social que supone la gestión (y “digestión”) de este nuevo modelo planetario. Este modelo implica una nueva (tecno)gobernanza multinivel en todas las capas de la sociedad y una gran transformación, que no será el resultado de un proceso de meses si no de una década o tal vez de dos. Todo depende de cómo la conjunción del resto de las tecnologías amplifiquen su influencia en esta compleja ecuación (o debería decir algoritmo) que resulta de su desarrollo.
¿Estamos preparados para ese cambio?
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