Aparte de tener el nombre del astrónomo que convulsionó la ciencia en un momento, en el que el hombre era el centro del Universo, Galileo es el nombre del proyecto de posicionamiento global de la Unión Europea. Nació como proyecto en 1999, y la pretensión era que en 2008, Europa dispusiera de su propio sistema de geolocalización global, para evitar los hechos que acontecieron durante la Guerra de los Balcanes, cuando los EE.UU. decidieron “ensombrecer” la señal en gran parte de Europa. Este fue el punto de partida, para que la Unión decidiera poner en marcha este proyecto.
Pero este proyecto, que supone un desarrollo de I+D+i “made in Europe” de dimensiones colosales, no en vano necesita de una “pléyade” de 30 satélites geoestacionarios en órbita, y por supuesto de no depender jamás del GPS americano; tiene dos problemas de nacimiento. De un lado la postura negativa de los EE.UU. a que Europa disponga de una alternativa al GPS y por otro, la férrea oposición interna de algunos países europeos a su desarrollo, como los son Reino Unido, Holanda y Suecia (con una visión muy “atlantista” de la cuestión), por no hablar de la reticencia de Alemania desde 2008 a seguir desarrollando el proyecto (como bien saben, la Señora Merkel, siempre apoyando el avance de Europa). De hecho gracias a algunos cables de Wikileaks, sabemos que Alemania intentó buscar una fusión entre GPS y Galileo, para intentar conseguir un doble rédito político: ahorrar costes y contentar al socio del otro lado del Atlántico. Una vez, más el denodado europeismo de la Señora Merkel, consigue hacer avanzar a Europa (cuánto tiempo va a tener que seguir sufriendo este cáncer político la UE).
Más aún, si inicialmente estaba previsto que el sistema estuviera en funcionamiento en 2008, para ello se lanzó el primer satélite el 28 de diciembre de 2005 (toda una declaración de intenciones, el día escogido), llamado Giove-A, desde Baikonour. El proyecto parece retrasarse hasta 2020, según los actuales cálculos.
Quizá uno de los lastres que arrastra el proyecto, desde hace años, es la implicación china en el mismo. En 2004 entró a formar parte del consorcio que desarrolla Galileo. Ni que decir que esto no entusiasmó a determinados socios estratégicos de Europa, especialmente uno. Aparte de lo obvio: poníamos a disposición de China el acceso a información esencial, para que en breve ellos dispongan de un sistema propio. No en vano, les estamos dando un margen de una década más. La previsión inicial era de desarrollarlo en 8 años. Si calculan, China ya nos lleva ventaja en esta carrera.
Y es que motivos para el pesimismo hay. No podemos perder esta carrera, por cuanto significa. Los sistemas de geolocalización serán determinantes en esta década, y las 10 bandas de frecuencia que usará Galileo, son muchísimo mejores que las del GPS (de ahí el miedo norteamericano, no por el tema militar, la excusa favorita, sino por el desafío comercial que supone a su sistema).
Mientras tanto China, calla, aprende y desarrolla. Lo ha hecho otras veces y con éxito: en la guerra de Airbus y Boeing por el mercado asiático, uno de los más grandes y en continúa expansión, consiguieron grandes ventas en la década pasada en China, pero con una condición, hacer las cadenas de ensamblaje en el territorio asiático. Así, los ingenieros chinos consiguieron aprender más rápido como mejorar los sistemas de desarrollo aeronáuticos y así en el próximo salón de Le Bourget, presentarán sus propios aviones comerciales de un pasillo, calcados de los A320 y los B737.
La idea es que Galielo estuviera en marcha en 2014, pero ya ven que no…
¿Aprenderemos alguna vez la lección?
¿Se darán cuenta nuestros “líderes” europeos lo que realmente nos estamos jugando?, ¿se leerán y comprenderán lo que significa la Estrategia 2020, y los 7 proyectos que tiene asociados?, ¿entenderán las oportunidades y amenazas que supone competir en un mercado global como el actual, en el que Europa sólo tiene un arma: el Crecimiento Inteligente?, ¿seguiremos dando munición a nuestros competidores económicos, mientras aquí seguimos jugando con los valores geoestratégicos de la PostGuerra Fría?
Todas estas respuestas, para bien o para mal, en la presente década. Estaremos expectantes y algunos, activos, para advertir sobre estas cuestiones…